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Intervenciones de estilo de vida para el tratamiento de la incontinencia urinaria en adultos

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Resumen

Antecedentes

Los profesionales sanitarios recomiendan con frecuencia modificaciones no invasivas y de bajo costo en el estilo de vida a los pacientes que se presentan con incontinencia. Sin embargo, dichas recomendaciones muy pocas veces se basan en pruebas convincentes.

Objetivos

El objetivo de la revisión fue determinar la efectividad de las intervenciones específicas sobre el estilo de vida (es decir, pérdida de peso; cambios dietéticos; ingesta de líquidos; reducción de las bebidas con cafeína, carbonatadas y alcohólicas; prevenir el estreñimiento; abandono del hábito de fumar; y actividad física) en el tratamiento de la incontinencia urinaria en adultos.

Métodos de búsqueda

Se hicieron búsquedas en el registro especializado del Grupo Cochrane de Incontinencia (Cochrane Incontinence Group), que contiene ensayos identificados del Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL), MEDLINE y MEDLINE In‐Process, y búsquedas manuales en revistas y actas de congresos (búsquedas 3 de julio 2013) y en las listas de referencias de artículos relevantes. Se incorporaron los resultados de estas búsquedas completamente en la revisión. Se realizó una búsqueda actualizada del Registro Especializado (Specialised Register), que ahora incluye búsquedas en ClinicalTrials.gov y WHO ICTRP, el 27 octubre 2014; los estudios potencialmente elegibles de esta búsqueda están actualmente en espera de clasificación.

Criterios de selección

Estudios aleatorios y cuasialeatorios de intervenciones comunitarias en el estilo de vida comparadas con ningún tratamiento, otros tratamientos conservadores o intervenciones farmacológicas para el tratamiento de la incontinencia urinaria en adultos.

Obtención y análisis de los datos

Dos autores de la revisión evaluaron de forma independiente la calidad de los estudios y extrajeron los datos. A partir de los ensayos, se recopiló información sobre los efectos adversos. Los datos se combinaron en un metanálisis cuando fue apropiado. La calidad de las pruebas se evaluó mediante el enfoque GRADE.

Resultados principales

Se incluyeron 11 ensayos en la revisión, con un total de 5974 pacientes.

Cuatro ensayos con 4701 mujeres compararon programas de pérdida de peso con una intervención control. Pruebas de calidad muy baja de un ensayo indicaron que después de los programas de pérdida de peso más mujeres informaron mejoría en los síntomas de incontinencia a los seis meses (163/214 [76%] versus 49/90 [54%], cociente de riesgos [CR] 1,40; intervalo de confianza [IC] del 95%: 1,14 a 1,71) y este efecto se mantuvo a los 18 meses (n = 291, 75% versus 62%, CR no calculable, valor de p informado 0,02). No hubo datos disponibles para la curación y la calidad de vida autoinformadas. Uno de los ensayos de pérdida de peso que incluyó 1296 mujeres informó pruebas de calidad muy baja de una reducción en la incontinencia urinaria semanal a una media de 2,8 años después del seguimiento de una intervención en el estilo de vida de pérdida de peso que se comparó con una intervención farmacológica de pérdida de peso.

Tres ensayos que incluyeron 181 mujeres y 11 hombres compararon el cambio en la ingesta de líquidos con ningún cambio. Pruebas limitadas de calidad muy baja indicaron que las puntuaciones de calidad de vida específica de los síntomas mejoraron cuando se redujo la ingesta de líquidos, aunque algunos pacientes informaron cefaleas, estreñimiento o sed. Tres ensayos adicionales que incluyeron 160 mujeres y nueve hombres compararon la reducción de las bebidas con cafeína con ningún cambio y un ensayo que incluyó 42 mujeres comparó una dieta rica en soja con una dieta sin soja. Sin embargo, no fue posible llegar a conclusiones acerca de los efectos de estos cambios, debido a las limitaciones metodológicas, que resultaron en pruebas de muy baja calidad.

Los efectos adversos parecieron ser relativamente poco frecuentes en todas las intervenciones estudiadas.

Todos los estudios incluidos tuvieron un riesgo alto o incierto de sesgo en todos los parámetros de sesgo, pero particularmente en la ocultación de la asignación. Los factores principales para la disminución de la calidad de las pruebas fueron el riesgo de sesgo, las pruebas indirectas (menos de 12 meses de seguimiento; y no todos los pacientes presentaban incontinencia urinaria confirmada al inicio en algunos estudios) y los resultados imprecisos con intervalos de confianza amplios.

Otras intervenciones como la reducción del consumo de bebidas gaseosas azucaradas o dietéticas; reducción en el consumo de alcohol; evitar el estreñimiento; abandono del hábito de fumar; reducción de esfuerzos físicos agotadores; o reducción de los niveles altos o aumento de los niveles bajos de actividad física, no se pudieron evaluar en esta revisión porque no estuvieron disponibles pruebas de ensayos controlados aleatorios o ensayos cuasialeatorios.

Conclusiones de los autores

Las pruebas del efecto de la pérdida de peso sobre la incontinencia urinaria están en desarrollo y deben ser una prioridad de investigación. En general no hubo pruebas suficientes para informar confiablemente la práctica acerca de si las intervenciones en el estilo de vida son útiles en el tratamiento de la incontinencia urinaria.

PICOs

Population
Intervention
Comparison
Outcome

The PICO model is widely used and taught in evidence-based health care as a strategy for formulating questions and search strategies and for characterizing clinical studies or meta-analyses. PICO stands for four different potential components of a clinical question: Patient, Population or Problem; Intervention; Comparison; Outcome.

See more on using PICO in the Cochrane Handbook.

Resumen en términos sencillos

Intervenciones de estilo de vida para el tratamiento de la incontinencia urinaria en adultos

Antecedentes

La incontinencia urinaria impone una considerable carga a los pacientes y la sociedad. Aunque está disponible una variedad de tratamientos para la incontinencia urinaria, con frecuencia se recomiendan modificaciones en el estilo de vida porque son de relativamente bajo costo y tienen pocos efectos secundarios no deseados. Habitualmente se proporciona asesoramiento que incluye perder peso, cambios en la dieta, ajustar el volumen de ingesta de líquidos, reducir el consumo de cafeína o alcohol, evitar el estreñimiento y el esfuerzo al defecar (cuando de evacúan las heces), dejar de fumar y ser físicamente más activo (aunque se debe limitar la actividad física excesivamente intensa).

Lo que se desea determinar

Los revisores (un equipo de investigadores Cochrane) tuvieron como objetivo determinar si las intervenciones en el estilo de vida tienen un efecto beneficioso sobre cualquier tipo de incontinencia urinaria en adultos

Lo realizado

Se buscó ampliamente en la bibliografía médica hasta julio de 2013 los estudios que compararon los efectos de las modificaciones comunitarias en el estilo de vida con ningún tratamiento u otros tratamientos no quirúrgicos o tratamientos médicos (fármacos), en la incontinencia urinaria en adultos.

Datos encontrados

Se identificaron 11 estudios, con 5974 participantes (casi todos eran mujeres, sólo 20 eran hombres), que investigaron el efecto de las alteraciones del estilo de vida sobre la incontinencia urinaria. Cuatro investigaron la pérdida de peso; uno comparó una dieta rica en soja con una dieta sin soja; tres investigaron cambios en el volumen de ingesta de líquidos; y tres investigaron el efecto de reducir el consumo de cafeína. No se identificaron ensayos que investigaran la reducción en el consumo de alcohol, evitar el estreñimiento y el esfuerzo al defecar, dejar de fumar o los niveles de actividad física.

Los resultados de cuatro estudios indicaron que la pérdida de peso puede reducir la incontinencia en las mujeres con sobrepeso y este resultado merece estudios de investigación adicionales. Sin embargo, se debe señalar que una gran parte de los participantes que contribuyeron a este resultado formaron parte de dos estudios de diabetes y, aunque registraron el efecto de la pérdida de peso en la incontinencia urinaria, no registraron cuántos participantes la presentaban al comienzo del estudio. La duración de los programas de pérdida de peso en estos estudios varió de tres a 12 meses.

Una cantidad pequeña de pruebas de calidad muy baja de estudios que investigaron el volumen de ingesta de líquidos indicó que los síntomas de incontinencia urinaria se pueden reducir cuando se reduce la ingesta de líquidos, aunque algunos participantes de los estudios informaron cefaleas, estreñimiento o sed.

No fue posible combinar los resultados de otros estudios que investigaron un tratamiento similar (p.ej. reducción de la cafeína) porque midieron los resultados de maneras diferentes o fueron de calidad deficiente, lo que significa que los resultados pueden ser poco confiables. Se necesitan más estudios de investigación bien diseñados para que las recomendaciones en el estilo de vida para el tratamiento de la incontinencia se puedan basar en pruebas convincentes. Actualmente no hay pruebas suficientes para establecer si alguna intervención en el estilo de vida funciona.

Conclusiones de los autores

available in

Implicaciones para la práctica

Los datos disponibles muestran que las pruebas de la pérdida de peso como tratamiento para reducir la incontinencia urinaria (IU) entre las mujeres con obesidad mórbida y las mujeres con obesidad moderada están en desarrollo y quizás valga la pena considerarla como un tratamiento inicial antes de otros tratamientos estándar como el entrenamiento muscular del suelo pelviano y la cirugía. Sin embargo, no hay pruebas suficientes para informar confiablemente la práctica acerca de la efectividad de las intervenciones en el estilo de vida en general.

Implicaciones para la investigación

Las pruebas de los cambios en el estilo de vida para la IU son más sólidas para los efectos de los programas de pérdida de peso, que deben recibir prioridad de investigación. Las intervenciones de pérdida de peso que incluyen dieta y manipulación de los líquidos requieren ensayos mejor diseñados que utilicen muestras representativas de los casos. También se le debe asignar prioridad a los estudios de investigación de los mecanismos dietéticos para los efectos de la pérdida de peso como la reducción de las calorías, productos alimenticios o bebidas específicos y el contenido nutricional, así como la función de la actividad física. Cuando existan pruebas específicas de la efectividad, como para la pérdida de peso, las intervenciones en el estilo de vida se deben evaluar de manera adicional como tratamientos de primera línea. Las pruebas de los cambios en el estilo de vida para la IU son más sólidas para los efectos de los programas de pérdida de peso, que deben recibir prioridad de investigación. Las intervenciones de pérdida de peso que incluyen dieta y manipulación de los líquidos requieren ensayos mejor diseñados que utilicen muestras representativas de los casos. También se le debe asignar prioridad a los estudios de investigación de los mecanismos dietéticos para los efectos de la pérdida de peso como la reducción de las calorías, productos alimenticios o bebidas específicos y el contenido nutricional, así como la función de la actividad física. Cuando existan pruebas específicas de la efectividad, como para la pérdida de peso, las intervenciones en el estilo de vida se deben evaluar de manera adicional como tratamientos de primera línea.

La revisión identificó una falta completa de ensayos aleatorios de los factores del estilo de vida que en general se supone que aumentan la incontinencia como la ingesta de alcohol, bebidas gaseosas azucaradas o dietéticas, el hábito de fumar, el esfuerzo físico o el estreñimiento clínico y el esfuerzo para defecar. El uso generalizado del asesoramiento del estilo de vida para moderar estos factores con la esperanza de reducir la IU, y las pruebas observacionales que se identificaron, indican la necesidad de estudios de investigación adicionales en estas áreas. La revisión identificó una falta completa de ensayos aleatorios de los factores del estilo de vida que en general se supone que aumentan la incontinencia como la ingesta de alcohol, bebidas gaseosas azucaradas o dietéticas, el hábito de fumar, el esfuerzo físico o el estreñimiento clínico y el esfuerzo para defecar. El uso generalizado del asesoramiento del estilo de vida para moderar estos factores con la esperanza de reducir la IU, y las pruebas observacionales que se identificaron, indican la necesidad de estudios de investigación adicionales en estas áreas.

Es necesario considerar en los ensayos de manera separada los componentes de las intervenciones multifacéticas en el estilo de vida. La combinación de varias intervenciones individuales en los ensayos, cuya efectividad no se ha evaluado de forma independiente, hace imposible determinar qué factores afectan el cambio. En condiciones ideales, los estudios de investigación iniciales se deben centrar en las áreas que las que las pruebas están en desarrollo (p.ej. la pérdida de peso) o en las que el asesoramiento sanitario a menudo promueve las intervenciones en el estilo de vida a falta de pruebas (p.ej. consumo de cafeína). Los resultados de estos ensayos se podrían luego incorporar a un ensayo de intervención multifacética en el estilo de vida que reflejaría la práctica común y tendría sus fundamentos en una base de pruebas sólidas. Es necesario considerar en los ensayos de manera separada los componentes de las intervenciones multifacéticas en el estilo de vida. La combinación de varias intervenciones individuales en los ensayos, cuya efectividad no se ha evaluado de forma independiente, hace imposible determinar qué factores afectan el cambio. En condiciones ideales, los estudios de investigación iniciales se deben centrar en las áreas que las que las pruebas están en desarrollo (p.ej. la pérdida de peso) o en las que el asesoramiento sanitario a menudo promueve las intervenciones en el estilo de vida a falta de pruebas (p.ej. consumo de cafeína). Los resultados de estos ensayos se podrían luego incorporar a un ensayo de intervención multifacética en el estilo de vida que reflejaría la práctica común y tendría sus fundamentos en una base de pruebas sólidas.

Se espera que los ensayos más recientes tengan probablemente menos problemas metodológicos. Las mejorías en curso en la calidad del informe y la incorporación del uso consistente de CONSORT (Consolidated Standards of Reporting Trials, http://www.consort‐statement.org/), debe repercutir en la inclusión de los ensayos en las revisiones sistemáticas posteriores, y asegurar que pruebas más consistentes contribuyan a las recomendaciones clínicas. Se espera que los ensayos más recientes tengan probablemente menos problemas metodológicos. Las mejorías en curso en la calidad del informe y la incorporación del uso consistente de CONSORT (Consolidated Standards of Reporting Trials, http://www.consort‐statement.org/), debe repercutir en la inclusión de los ensayos en las revisiones sistemáticas posteriores, y asegurar que pruebas más consistentes contribuyan a las recomendaciones clínicas.

Summary of findings

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Summary of findings for the main comparison. Weight loss compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Weight loss compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: weight loss
Comparison: control

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Control

Weight loss

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types)
Follow‐up: 6 months

544 per 1000

762 per 1000
(621 to 931)

RR 1.4
(1.14 to 1.71)

304
(1 study)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

Condition‐specific quality of life
Incontinence Impact Questionnaire. Scale from: 0 to 400. Better quality of life indicated by lower values.
Follow‐up: 3 months

The median condition‐specific quality of life in the control groups was
89 points

The median condition‐specific quality of life in the intervention groups was
52 lower
(95% CI not estimable)

40
(1 study)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

Adverse effects
Follow‐up: 3 months

Not estimable

48
(1 study)

The study reported that the intervention had 'few side effects'.

Cure rates by symptom quantification (all UI types)
Follow‐up: 12 months

315 per 1000

350 per 1000
(287 to 431)

RR 1.11
(0.91 to 1.37)

738
(1 study)

⊕⊕⊝⊝
low1,3,4

Improvement rates by symptom quantification (all UI type)
Follow‐up: 12 months

325 per 1000

393 per 1000
(332 to 468)

RR 1.21
(1.02 to 1.44)

1032
(2 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1,3,4

Prevalence of weekly UI (all UI type)
Follow‐up: 12 months

286 per 1000

252 per 1000
(223 to 286)

RR 0.88
(0.78 to 1)

2739
(1 study)

⊕⊝⊝⊝
very low1,3,4,5

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; RR: risk ratio; UI: urinary incontinence

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants and personnel was unlikely.
2 Indirectness: We downgraded the evidence by one level because of short follow‐up < 12 months
3 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method in one study (Phelan 2012).
4 Missing outcome data in 7%‐10% of the participants in one study (Phelan 2012).
Indirectness: We downgraded the evidence by one level because data include a sub‐study of a trial (Phelan 2012) for diabetes that included continent as well as incontinent patients; only 27% had weekly urinary incontinence at baseline.

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Summary of findings 2. Soy‐rich diet compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Soy‐rich diet compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: soy‐rich diet
Comparison: control

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Control

Soy rich diet

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life ‐ not reported

Not estimable

Adverse effects ‐ not reported

Not estimable

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Incontinent episodes per week (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; RR: risk ratio; UI: urinary incontinence

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

Open in table viewer
Summary of findings 3. Decreasing fluids compared to increasing fluids for the treatment of urinary incontinence in adults

Decreasing fluids compared to increasing fluids for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: decreasing fluids
Comparison: increasing fluids

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Increasing fluids

Decreasing fluids

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life
Follow‐up: 1 weeks

See comment

See comment

Not estimable

69
(1 study1)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,4,5,6

Quality of life improved when fluid intake was decreased but the impact of incontinence on daily life did not differ significantly before or after the treatment

Adverse effects
Follow‐up: 1 weeks

See comment

See comment

Not estimable

93
(2 studies1)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,5,6,7,8

Reported adverse effects include constipation, thirst, headache and concentrated urine with decreasing fluids

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Incontinent episodes per week (all UI types)
Follow‐up: 1‐4 weeks

See comment

See comment

Not estimable

125
(3 studies9)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,5,6,8,10,11

Decreasing fluid intake significantly reduced incontinent episodes in one study, no difference was found in another study and the results were inconclusive in the other study

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; UI: urinary incontinence

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Randomised cross‐over trial
2 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants, personnel and outcome assessors was probably not done and could introduce bias.
3 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method.
4 Missing outcome data in 18% of participants.
5 Indirectness: We downgraded the evidence by two levels because of short follow‐up < 12 months in all studies and because study participants included both continent and incontinent patients in one study (Hashim 2008)
6 Imprecision: We downgraded the evidence by one level because confidence intervals for relative effect were not estimable.
7 Missing outcome data in 18% of participants in one study (Swithinbank 2005), whereas the other study had no missing outcome data (Hashim 2008).
8 Inconsistency: We downgraded the evidence by one level because becuse of heterogenous interventions.
9 One RCT compared increasing versus decreasing versus maintaining fluid intake (Dowd 1996) and two randomized cross‐over trials comparing increasing versus decreasing fluid intake (Hashim 2008; Swithinbank 2005).
10 Missing outcome data in 45% of participants in the RCT (Dowd 1996), 18% of participants in a cross‐over trial (Swithinbank 2005), whereas the other cross‐over trial had no missing outcome data (Hashim 2008).
11 Low adherence to the protocol was reported in two studies (Dowd 1996;Hashim 2008).

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Summary of findings 4. Caffeine reduction compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Caffeine reduction compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: caffeine reduction
Comparison: control

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Control

Caffeine reduction

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life
ICIQ Overactive Bladder Symptoms Quality of Life. Scale from: 25 to 160. Better quality of life indicated by lower values.
Follow‐up: 2 weeks

The mean condition‐specific quality of life in the control groups was
68.36 points

The mean condition‐specific quality of life in the intervention groups was
14.45 lower
(95% CI not estimable)

Not estimable

11
(1 study1)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,4,5,6

Adverse effects ‐ not reported

Not estimable

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Incontinent episodes per day (all UI types)
Follow‐up: 4 weeks

The mean number of incontinent episodes per day (all UI types) in the control groups was
1.4

The mean number of incontinent episodes per day (all UI types) in the intervention groups was
0.2 lower
(1.02 lower to 0.62 higher)

Not estimable

74
(1 study7)

⊕⊝⊝⊝
very low2,4,5,6,8

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Randomised cross‐over trial; feasibility study.
2 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants, personnel and outcome assessors was probably not done.
3 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method.
4 Missing outcome data in > 20% of participants.
5 Indirectness: We downgraded the evidence by two levels because of short follow‐up < 12 months and because study participants included both continent and incontinent patients.
6 Imprecision: We downgraded the evidence by one level because confidence intervals for relative effect were not estimable.
7 A quasi‐randomised controlled trial based on health record numbers.
8 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because allocation concealment was inadequate (quasi‐randomisation based on health record numbers).

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Summary of findings 5. Lifestyle weight loss compared to metformin weight loss for the treatment of urinary incontinence in adults

Lifestyle weight loss compared to metformin weight loss for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: lifestyle weight loss
Comparison: metformin weight loss

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Metformin weight loss

Lifestyle weight loss

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life ‐ not reported

Not estimable

Adverse effects ‐ not reported

Not estimable

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Prevalence of weekly UI (all UI types)
Follow‐up: mean 2.8 years

482 per 1000

381 per 1000
(337 to 434)

RR 0.79
(0.7 to 0.9)

1294
(1 study)

⊕⊝⊝⊝
very low1,2,3,4

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; RR: risk ratio

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants, personnel and outcome assessors was not mentioned and may introduce bias.
2 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method.
3 Missing outcome data in 11% of participants.
4 Indirectness: We downgraded the evidence by one level because data come from a sub‐study of a trial (Brown 2006) for diabetes that included continent as well as incontinent patients.

Antecedentes

available in

Descripción de la afección

Los síntomas urinarios imponen una carga considerable a la asistencia sanitaria, con 200 000 000 de personas que presentan incontinencia en todo el mundo (Abrams 2005). El estudio de incontinencia Leicestershire Medical Research Council (MRC), que fue el estudio integral más grande de los síntomas urinarios en una población general del Reino Unido, informó que el 29% de los hombres y el 34% de las mujeres de 40 años o más de edad presentan incontinencia o síntomas de vaciamiento clínicamente significativos (McGrother 2004), con una repercusión significativa sobre la calidad de vida. Lo anterior representa una carga económica para el National Health Service (NHS) del 1% del presupuesto anual (Turner 2004). La prevalencia general y las necesidades de servicios continuarán en aumento, al igual que la edad de la población.

Los factores del estilo de vida pueden influir sobre la mejoría o el mantenimiento de la continencia. Aunque la bibliografía publicada acerca de los factores del estilo de vida y la incontinencia es escasa (Hannestad 2004), los profesionales sanitarios y las personas no expertas recomiendan con frecuencia modificaciones en el estilo de vida a partir de la creencia de que reducirán la pérdida de orina. Por ejemplo, habitualmente se recomienda perder peso, aumentar o disminuir la ingesta de líquidos, no consumir bebidas con cafeína, reducir el consumo de alcohol o ser físicamente más activo (pero limitar las actividades excesivamente intensas que hacen presión sobre el suelo pelviano, como los ejercicios aeróbicos o el levantamiento de peso), dejar de fumar y evitar el estreñimiento y el esfuerzo. Dichas recomendaciones con poca frecuencia se basan en pruebas de ensayos clínicos, sino que se basan en explicaciones verosímiles de por qué estos cambios podrían funcionar y en que es poco probable que provoquen efectos perjudiciales.

Teóricamente, la posibilidad de que la dieta y el estilo de vida repercutan sobre la incontinencia es mayor que los factores actualmente identificados desde un punto de vista netamente empírico. En general se reconoce que los mecanismos nutricionales y metabólicos inciden sobre todos los sistemas del cuerpo, incluidas las vías urinarias. En la práctica, la incontinencia se observa con más frecuencia en pacientes con morbilidades específicas como las enfermedades cerebrovasculares, la demencia, la depresión y la diabetes, lo que está apoyado por pruebas científicas (McGrother 2007). En estas afecciones crónicas, la dieta y los factores del estilo de vida se han identificado como la causa probable: por ejemplo, las ingestas altas de grasa saturada, bajas en pescados grasos / grasas omega‐3, bajas en fibra, el índice glucémico alto, y la ingesta baja de hortalizas y alta de sal (Chowdhury 2012; He 2006; Baumgart 2015; Ortega 2012; Skerrett 2010). De manera más general, la OMS y las guías establecidas en el Reino Unido y los EE.UU. actualmente reconocen la importancia de la dieta deficiente, la inactividad física, el alcohol excesivo y las bebidas azucaradas más el hábito de fumar en la prevención de dichas afecciones crónicas. Sobre esta base, las modificaciones de estos factores dietéticos y del estilo de vida pueden prevenir o reducir la disfunción vesical.

Se han utilizado diversas intervenciones y tratamientos para la incontinencia urinaria, incluidas las intervenciones conservadoras como las fisioterapias: una revisión realizada por Dumoulin y colegas apoyó ampliamente la recomendación del entrenamiento muscular del suelo pelviano en las mujeres(Dumoulin 2010); y Herbison y colegas informaron que las pruebas apoyaron tentativamente el uso de conos vaginales en las mujeres que los encuentran aceptables (Herbison 2002). En el área del entrenamiento conductual, Wallace y colegas identificaron que había pruebas limitadas sobre el uso del entrenamiento vesical(Wallace 2004), pero fue poco probable que fuera perjudicial. La revisión Lipp 2011 sobre los dispositivos contra la incontinencia no identificó pruebas suficientes para el uso de los dispositivos e indicó la necesidad de ensayos adicionales bien diseñados en el área. La revisión Nabi 2006 sobre las intervenciones farmacológicas, p.ej. los anticolinérgicos, informó mejorías estadísticamente significativas en los síntomas, mientras que para las intervenciones quirúrgicas, la revisión Ogah 2009 informó que la cirugía mínimamente invasiva fue tan efectiva como la cirugía tradicional. Para los productos absorbentes, Fader y colegas identificaron pruebas mínimas (Fader 2007; Fader 2008), aunque hubo pruebas suficientes para apoyar el uso de algunas almohadillas sobre otras. Sin embargo, esta revisión se centra específicamente en el uso de intervenciones en el estilo de vida para el tratamiento de la incontinencia urinaria.

Descripción de la intervención

1) Pérdida de peso

La obesidad y la incontinencia urinaria son problemas frecuentes en las mujeres y los hombres. Las mujeres con obesidad tienen una presión intraabdominal mayor que las mujeres sin obesidad y se considera que esta presión crónicamente elevada puede predisponer a la incontinencia al debilitar las estructuras de apoyo del suelo pelviano. En los últimos años, varios ensayos (Hunskaar 2008; Subak 2002; Subak 2009a) que incluyen tres que informaron específicamente la pérdida de peso en adultos con obesidad o sobrepeso en comparación con ningún tratamiento (Brown 2006a; Subak 2005a; Subak 2009b)han informado una asociación entre el aumento de peso y la incontinencia urinaria.

2) Factores dietéticos

Se reconoce que los factores dietéticos contribuyen al mantenimiento de la salud, que está muy relacionada con bajos niveles de incontinencia (McGrother 2007). Las indicaciones de los datos epidemiológicos indican que la dieta deficiente puede desempeñar una función específica en la incontinencia urinaria. El Leicestershire MRC Incontinence Study prospectivo, que examinó los productos alimenticios y los nutrientes con relación a la incidencia de incontinencia urinaria, encontró asociaciones entre 1) la incontinencia urinaria de esfuerzo y la ingesta baja de pan más grasas altamente saturadas, cinc y vitamina B12, y 2) la vejiga hiperactiva y la ingesta baja de pan, hortalizas, pollo, proteínas, vitamina D y potasio en las mujeres (Dallosso 2003; Dallosso 2004a; Dallosso 2004b). La vejiga hiperactiva solamente se asoció con la ingesta alta de papa en los hombres (Dallosso 2004c). El cociente de ingesta de grasa altamente saturada / grasas poliinsaturadas también se ha relacionado con la gravedad de la incontinencia en las mujeres (Maserejian 2010)

3) Líquidos

A menudo se informa empeoramiento de la urgencia, la frecuencia y la incontinencia urinarias después de consumir cafeína, alcohol, bebidas gaseosas (carbonatadas), bebidas dietéticas azucaradas (Cartwright 2007), o líquidos excesivos. En un estudio de cohortes grande prospectivo, las bebidas gaseosas fueron el único tipo de ingesta de líquidos que se asoció de manera independiente con incontinencia en las mujeres (Dallosso 2003), mientras que en los hombres, la ingesta de cerveza pareció tener un efecto protector(Dallosso 2004c). En un estudio de los síntomas urinarios en los hombres más jóvenes, la cafeína, el ejercicio y el tabaco se asociaron con empeoramiento de los síntomas en las vías urinarias inferiores (Moon 1997). La cafeína puede aumentar la contractilidad muscular vesical (Creighton 1990), mientras que el alcohol o los líquidos excesivos pueden tener un efecto diurético, a la vez que se ha formulado la hipótesis de que algunos edulcorantes dan lugar al aumento de la hiperactividad del detrusor (Dasgupta 2006). Las bebidas gaseosas azucaradas tienen un índice glucémico alto, lo que empeora el control de la diabetes y las funciones neuromusculares relacionadas. Estos factores también se reconocen como riesgos potenciales para la salud general, que es predictiva de incontinencia urinaria.

4) Estreñimiento y esfuerzo al defecar

Algunas pruebas indican que el esfuerzo crónico asociado con el estreñimiento puede ser un factor de riesgo para la aparición de la incontinencia urinaria (Moller 2000), y puede aumentar el tiempo de latencia del nervio pudendo (Kiff 1984). Este nervio inerva los músculos responsables del soporte pelviano, por lo que se ha indicado que el estreñimiento puede dar lugar a, o empeorar, la incontinencia urinaria. La dieta deficiente y falta de fibra en la dieta también pueden provocar estreñimiento.

5) Abandono del hábito de fumar

Varios ensayos han indicado que los fumadores tienen mayores probabilidades que los no fumadores de informar incontinencia urinaria(Dallosso 2003; Tampakoudis 1995).

6) Actividad física

Pruebas de cohortes prospectivas indican que la actividad física moderada disminuye el riesgo de aparición de incontinencia urinaria en las mujeres de edad mediana y avanzada (Danforth 2007; McGrother 2012; Townsend 2008).

7) Esfuerzo físico

Es probable que el debilitamiento de las estructuras que soportan el suelo pelviano y el aumento de la presión intraabdominal causado por la actividad de levantar grandes pesos y extenuante como los ejercicios aeróbicos afecten la incontinencia. La actividad extenuante sola también puede provocar incontinencia a corto plazo(Nygaard 2006).

Por qué es importante realizar esta revisión

Esta revisión intentó evaluar los efectos de estos tipos de intervenciones en el estilo de vida sobre la mejoría de la incontinencia y los síntomas relacionados al evaluar las pruebas disponibles de los ensayos controlados aleatorios. El uso de estas intervenciones no es costoso, tienen pocos efectos secundarios, son ampliamente aceptables y pueden mejorar la salud general del adulto con y sin incontinencia urinaria. Esta revisión permitirá comprender mejor el efecto que tienen dichas intervenciones sobre la incontinencia urinaria.

Objetivos

available in

El objetivo de la revisión fue determinar la efectividad de las intervenciones específicas sobre el estilo de vida (es decir, pérdida de peso; cambios dietéticos; ingestión de líquidos; reducción de las bebidas con cafeína, carbonatadas y alcohólicas; evitar el estreñimiento; abandono del hábito de fumar; y la actividad física) en el tratamiento de la incontinencia urinaria (IU) en adultos.

Métodos

available in

Criterios de inclusión de estudios para esta revisión

Tipos de estudios

Ensayos aleatorios o ensayos cuasialeatorios (que utilizan alguna regla de asignación como la alternancia, o el número de registro hospitalario o del consultorio).

Tipos de participantes

Adultos con incontinencia urinaria diagnosticada mediante la clasificación de los síntomas (incontinencia urinaria de esfuerzo [IUE]; incontinencia urinaria de urgencia [IUU]; incontinencia urinaria mixta [IUM]) o mediante la investigación urodinámica (incontinencia de esfuerzo urodinámica [IEU]); hiperactividad del detrusor idiopática [HDI]). Debido al escaso número de estudios disponibles se decidió de manera pragmática después de comenzar la revisión incluir todos los estudios si algunos de los participantes presentaban IU. Un ejemplo incluiría los estudios relacionados principalmente con pacientes con vejiga hiperactiva (VHA): la VHA describe un problema clínico (que abarca la micción imperiosa y la IU de urgencia, habitualmente con polaquiuria y nicturia) desde una perspectiva sintomática (Abrams 2002). La revisión excluyó los estudios en los que todos los participantes presentaban explícitamente vejiga hiperactiva sin IU (denominada "VHA seca"). De no ser así se incluyeron los estudios con vejiga hiperactiva con la suposición de que algunos participantes (independientemente de la proporción) presentaban IU (denominada "VHA húmeda"). También se tomó la decisión post hoc de incluir los estudios que informaron la prevalencia de IU como un resultado. Los estudios identificados en esta revisión fueron ensayos de diabetes en los que no todos los participantes presentaban IU al inicio. Debido a que la obesidad se encuentra entre los factores de riesgo más claramente establecidos de IU en las mujeres (Abrams 2013), se supuso que algunos participantes del estudio presentaban IU al inicio. Se excluyeron los estudios en los que todos los participantes presentaban continencia al inicio.

Tipos de intervenciones

Un brazo del ensayo tenía que haber sido asignado a una intervención comunitaria en el estilo de vida que siguiera un protocolo estandarizado (dentro del ensayo). Se incluyó cualquiera de las siguientes intervenciones en el estilo de vida solas o en combinación: recomendación de perder peso, cambios en la dieta, adaptación de la cantidad o el tipo (p.ej. cafeína) de ingesta de líquidos y moderar el consumo alcohol, así como la recomendación de evitar el estreñimiento y el esfuerzo para defecar, abandonar el hábito de fumar y ser físicamente más activo y a la vez limitar la actividad física excesivamente intensa.

Las intervenciones de comparación incluyeron ningún tratamiento (activo), otras fisioterapias conservadoras como el entrenamiento muscular del suelo pelviano (EMSP) o el entrenamiento vesical, o los tratamientos farmacológicos.

No se consideró que las intervenciones como el asesoramiento del estilo de vida solamente mediante volantes, sin un protocolo estandarizado (dentro de un ensayo), fueran elegibles como tratamientos activos.

Tipos de medida de resultado

La International Continence Society recomienda cinco categorías de resultado: la observación del individuo (síntomas informados), la cuantificación de los síntomas (pérdida de orina), la observación del médico y los resultados de calidad de vida, a saber, medidas específicas de la afección y genéricas y socioeconómicas(Mattiasson 1998).

Resultados primarios

  • Informe individual de curación / mejoría de los síntomas.

  • Calidad de vida específica de la afección, p.ej. ICIQ‐Urinary Incontinence Form(Avery 2004).

  • Efectos adversos.

Resultados secundarios

  • Cuantificación de los síntomas (p.ej. diario, gráfico vesical):

    • tasas de curación y mejoría en el diario o la prueba de la almohadilla a corto plazo (menos de 12 meses) y a más largo plazo (más de 12 meses);

    • número de episodios de incontinencia en 24 horas.

  • Medidas validadas genéricas de la calidad de vida, p.ej. Short Form 36 (Ware 1993).

  • Medidas socioeconómicas:

    • costes de las intervenciones;

    • costo‐efectividad de las intervenciones;

    • implicaciones de recursos.

  • Resultados no predefinidos que se consideraron importantes al realizar la revisión. Como la búsqueda identificó ensayos en pacientes con diabetes que informaron la prevalencia de IU al seguimiento, se tomó la decisión post hoc de incluir la prevalencia como un resultado solamente para la evaluación de las intervenciones de pérdida de peso.

Resultados principales de la tabla "Resumen de los hallazgos"

Los resultados principales de la tabla "Resumen de los hallazgos" fueron (en orden de importancia):

  • curación de los síntomas según el informe individual;

  • mejoría de los síntomas (incluida la curación) según el informe individual;

  • calidad de vida específica de la afección;

  • efectos adversos;

  • curación de los síntomas según la cuantificación de los síntomas;

  • mejoría de los síntomas (incluida la curación) según la cuantificación de los síntomas;

  • número de episodios de incontinencia en 24 horas.

Para la evaluación de las intervenciones de pérdida de peso solamente, se incluyó la prevalencia al seguimiento en lugar del número de episodios de incontinencia. Por lo tanto, los resultados principales para las intervenciones de pérdida de peso fueron (en orden de importancia):

  • curación de los síntomas según el informe individual;

  • mejoría de los síntomas (incluida la curación) según el informe individual;

  • calidad de vida específica de la afección;

  • efectos adversos;

  • curación de los síntomas según la cuantificación de los síntomas;

  • mejoría de los síntomas (incluida la curación) según la cuantificación de los síntomas;

  • prevalencia de la IU al seguimiento.

El plazo elegido para estos resultados fue el seguimiento a los 12 meses.

Results

Description of studies

See: Characteristics of included studies; Characteristics of excluded studies; Characteristics of ongoing studies.

Results of the search

The electronic searches retrieved a total of 338 records, from which we obtained 60 full text articles we assessed for eligibility. We considered 32 reports of 11 trials eligible for inclusion in the review, and identified one report of an eligible ongoing trial (Moholdt 2011).

Additionally, we completed assessment of 1151 records retrieved from ClinicalTrials.gov (28 November 2013) after the main search was fully incorporated into the review ‐ details of four potentially relevant records are given in the Characteristics of studies awaiting classification table (Baker 2011; Heesakkers 2009; Huang 2012; Markland 2013). A further updated search of the Specialised Register on 27 October 2014 retrieved 101 records; we screened these and added three extra studies to the Studies awaiting classification section (Gozukara 2014; Seckin 2011; Wells 2014). The results of these latter two searches (ClinicalTrials.gov and the Specialised Register) have not been fully incorporated into the review. The flow of literature through the assessment process is shown in the PRISMA flowchart (Figure 1).


PRISMA study flow diagram

PRISMA study flow diagram

Included studies

Design

The review included a total of 32 reports of 11 trials: five parallel‐arm randomized controlled trials (RCTs; Brown 2006b; Dowd 1996; Phelan 2012; Subak 2005; Subak 2009), four randomized cross‐over trials (Hashim 2008; Manonai 2006; Swithinbank 2005; Wells 2011), and one quasi‐randomised trial that used health record numbers as the basis for assigning people to interventions (Bryant 2002). We also identified one unpublished RCT with limited information (Miller 2007).

Participants

The included trials involved a total of 5974 participants, who were predominantly female (5954 women and 20 men). The average age (it was unclear if this was a mean or median) of the participants in the included trials ranged from 49 to 58 years, except for two trials with means of 62.7 years (Hashim 2008), and 70.25 years (Dowd 1996).

Sample size varied across trials. The majority of included trials had 60 or fewer participants (seven trials), however, two trials had more than 1000 participants and a further two trials had more than 100 participants Brown 2006b; Phelan 2012; Subak 2009; Swithinbank 2005).

In four trials, all trial participants had UI at baseline:

  • Dowd 1996: 58 women with UI;

  • Subak 2005: 48 women with SUI (6%), stress predominant MUI (40%), UUI (11%) and urgency predominant MUI (43%);

  • Subak 2009: 338 women with SUI (8%), stress predominant MUI (25%), UUI (18%) and urgency predominant MUI (48%);

  • Swithinbank 2005 : 110 women with USI (57%) and IDO (43%).

Four trials included adults with OAB, leading to UUI in some of the trial participants:

  • Bryant 2002: 9 men and 86 women with symptoms of urgency, frequency and/or UUI; 83% had UUI at baseline;

  • Hashim 2008: 11 men and 13 women with OAB; 29% had UUI at baseline;

  • Miller 2007: 60 women with OAB;

  • Wells 2011: 14 women with OAB, with or without UI.

One trial included women with urogenital atrophy, leading to UI in some of the participants:

  • Manonai 2006: 42 women with urogenital atrophy; 61% had SUI and 19% had UUI at baseline.

The other trials that contributed the largest numbers of participants were sub‐studies of large diabetes trials of intensive weight loss programmes, namely the DPP (Diabetes Prevention Program; Brown 2006b), which focused on the prevention of diabetes, and Look AHEAD (Action For Health in Diabetes; Phelan 2012), which evaluated cardiovascular morbidity and mortality among individuals with type 2 diabetes. Not all of the trial participants in these trials had UI at baseline, but reported prevalence of UI at follow‐up:

  • Brown 2006b: 2191 women in a diabetes trial; no baseline measures of UI;

  • Phelan 2012: 2994 women in a diabetes trial; 27% had weekly UI at baseline.

Interventions
Weight loss

Four trials assessed the effect of weight loss programmes on incontinence compared with a control intervention (Brown 2006b; Phelan 2012; Subak 2005; Subak 2009). All weight loss interventions included components of diet and physical activity.

Diet

The review identified one trial that examined dietary factors by comparing a soy‐rich diet with a control diet (Manonai 2006).

Changing volume of fluid intake

Three trials assessed the effect of changing the volume of fluid intake (Dowd 1996; Hashim 2008; Swithinbank 2005).

Type of fluid intake

Three trials assessed the effect of reducing caffeinated drinks (Bryant 2002; Miller 2007; Wells 2011). No relevant trials were identified with respect to alcohol, sweetened fizzy drinks or diet drinks.

Constipation and straining, smoking cessation, physical activity and physical forces

The review identified no randomized trials addressing the effect of constipation and straining, smoking cessation, physical activity or physical forces on urinary incontinence.

Outcome

Quality of reporting of outcomes was generally poor. Not all specified outcomes were reported. Where reported, outcomes were reported using diverse measures, which made the results difficult to interpret. Meta‐analysis was performed only for cure and improvement rates and UI prevalence from the weight loss interventions. All other outcomes were summarised narratively.

Excluded studies

We excluded 27 reports relating to 20 studies after full text screening; see Characteristics of excluded studies. For example, the review excluded studies where lifestyle change was implemented as part of a multi‐faceted intervention, e.g. dietary change and constipation management with pelvic floor muscle training, because in such studies we could not separate the effects of lifestyle change from other factors.

Risk of bias in included studies

The risk of bias of the included trials is summarised in Figure 2 and Figure 3.


Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies

Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies


Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study

Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study

Allocation

Four of the 11 included trials described adequate methods of random sequence generation (Brown 2006b; Subak 2005; Subak 2009; Wells 2011), and of these, allocation was adequately concealed in two (Subak 2005; Subak 2009), but was unclear in the other two (Brown 2006b; Wells 2011). One trial used quasi‐randomisation based on health record numbers and was therefore at high risk of selection bias (Bryant 2002). Other trials did not describe the methods used for random sequence generation and allocation concealment and so we judged them to be at unclear risk of bias for this domain.

Blinding

Blinding of participants and personnel was not feasible due to the nature of interventions; this may have biased self‐reported outcomes such as cure, improvement and quality of life. Blinding of outcome assessment should be possible, but was done in only three trials (Phelan 2012; Subak 2005; Subak 2009), and was unclear in the others.

Incomplete outcome data

The percentage of participants followed up and included in analysis varied across trials as shown below:

Of these, four trials were considered to be at low risk of attrition bias (incomplete outcome data) because the trial reports stated that either there were no missing outcome data (Hashim 2008), or described use of imputation (Subak 2009), or confirmation that participants with missing data did not differ from participants with data in terms of demographic and clinical characteristics (Brown 2006b; Subak 2005). One trial (Dowd 1996), in which 26 (45%) of the 58 participants did not complete diaries and were excluded from analysis, was assessed as having a high risk of attrition bias. Reasons for missing outcome data were not clearly described in the other trials, and it was difficult to determine whether the extent of missing data was likely to induce clinically important bias. We therefore judged them to be at unclear risk of bias for this domain.

Selective reporting

All trials reported on the outcomes listed in their methods section but, as there was otherwise insufficient information to permit judgement of low or high risk of bias within published reports, we consider them to be at unclear risk of bias for this domain.

Other potential sources of bias

Two trials assessing fluid intake manipulation (Dowd 1996; Hashim 2008), and caffeine reduction (Miller 2007; Wells 2011), noted that compliance to the trial protocol was relatively poor. Apart from this factor, it was difficult to assess whether any other important risk of bias existed in these and the other trials.

Effects of interventions

See: Summary of findings for the main comparison Weight loss compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults; Summary of findings 2 Soy‐rich diet compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults; Summary of findings 3 Decreasing fluids compared to increasing fluids for the treatment of urinary incontinence in adults; Summary of findings 4 Caffeine reduction compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults; Summary of findings 5 Lifestyle weight loss compared to metformin weight loss for the treatment of urinary incontinence in adults

The results of the included studies, and the quality of the body of evidence for each outcome, are summarised in the 'Summary of findings' tables (summary of findings Table for the main comparison; summary of findings Table 2; summary of findings Table 3; summary of findings Table 4; and summary of findings Table 5).

1) Weight loss by obese or overweight adults versus no active intervention

Description of studies

We identified four trials involving a total of 4701 participants that compared intensive lifestyle weight loss interventions with control or no active interventions in relation to incontinence (Brown 2006b; Phelan 2012; Subak 2005; Subak 2009). All participants in two of the included trials had UI (Subak 2005; Subak 2009). The other two trials were sub‐studies of large diabetes trials (Brown 2006b; Phelan 2012), DPP and Look AHEAD, respectively, and contributed 4315 (92%) of the trial participants to the analysis. These trials did not recruit participants specifically with UI and therefore not all the participants had it. We extracted outcome data on cure and improvement (based on quantification of symptoms) from a subgroup of people with UI in the Look AHEAD trial (N = 738; Phelan 2012), and data on prevalence of UI at follow‐up from the whole (sub‐)study (N = 2994). The trial authors reported the one‐year results of a four‐year intensive weight loss programme; the trialists planned that follow‐up of this trial would run until 2014. The only relevant outcome from the DPP trial was prevalence at follow‐up of UI from the whole (sub‐)study (N = 1321; Brown 2006b); the proportion of people with UI at baseline was unknown (not reported).

All participants in the included trials were female. The weight loss groups were given a reduced‐calorie diet and increased physical activity according to a structured and supervised protocol. The comparison groups received:

Duration of the interventions varied across trials. The intensive intervention phase lasted for:

  • three months (Subak 2005);

  • six months followed by a further randomisation in the intervention group (not the control group) to motivation‐based or skill‐based maintenance programmes for an additional 12 months (Subak 2009);

  • six months with monthly follow‐up thereafter for an average of 2.8 years (Brown 2006b); or

  • 12 months (Phelan 2012).

All four trials reported that women allocated to the intervention group achieved a statistically significant decrease in body weight from baseline compared with those in the control group.

Primary outcomes

Improvement rates based on women's perception (self‐report) were reported in one trial (Subak 2009). The results showed that at six months women in the intervention group were more likely to report improvement than those in the control group at six months (163/214 (76%) versus 49/90 (54%), risk ratio (RR) 1.4, 95% confidence interval (CI) 1.14 to 1.71; Analysis 1.1), 12 months (298 women in analysis, 75% versus 68%, RR not estimable, reported P value 0.2) and 18 months (291 women in analysis, 75% versus 62%, RR not estimable, reported P value 0.02) after randomisation (Analysis 1.2). The reported P values suggest that the differences were statistically significant at six months and 18 months. No information was available on self‐reported cure.

The intervention group also reported that incontinence had less adverse impact on their lives (median Incontinence Impact Questionnaire scores, 40 women in analysis, 37 versus 89, P value 0.01) and was less distressing (median Urogenital Distress Inventory scores, 40 women in analysis, 104 versus 195, P value < 0.0001) compared with the control group in one trial that reported these outcomes (Subak 2005; Analysis 1.3).

Adverse effects appeared to be relatively uncommon, with one trial reporting that the intervention had 'few side effects' (Subak 2005).

Secondary outcomes

Three trials reported cure and improvement rates based on quantification of symptoms (rather than women's perception; Subak 2005; Subak 2009; Phelan 2012; Analysis 1.4; Analysis 1.5; Analysis 1.6; Analysis 1.7). Depending on the trial, length of follow‐up and type of incontinence, cure rates for the intervention group ranged from 7% to 35% and improvement rates ranged from 37% to 64%. In the control group cure rates ranged from0% to 32% of women, while improvement ranged from 0% to 62%.

In general the intervention group had higher rates in terms of both cure and improvement compared with the control group when stress and urgency UI symptoms were considered together ('all UI'). For improvement rates, the difference between the groups was statistically significant at three months (7/19 (37%) versus 0/21 (0%), RR 16.50, 95% CI 1.01 to 270.78; Analysis 1.6), six months (88/214 (41%) versus 20/90 (22%), RR 1.85, 95% CI 1.22 to 2.81; Analysis 1.6) and 12 months (234/583 (40%) versus 146/449 (32%), RR 1.21, 95% CI 1.02 to 1.44; Analysis 1.6), although the effect was attenuated over time and was no longer statistically significant at 18 months (91/197 (46%) versus 36/90 (40%), RR 1.15, 95% CI 0.86 to 1.55; Analysis 1.6). The difference for cure rates did not reach statistical significance (Analysis 1.4).

Looking at different types of UI at each outcome time point, the Subak 2009 trial showed a similar pattern with a tendency towards greater improvement in the intervention group than in the control group among the subgroup of women who reported stress symptoms at six, 12 and 18 months (P values 0.01, 0.01 and 0.92 , respectively) or urgency symptoms at six, 12 and 18 months (P values 0.04, 0.07 and 0.03, respectively; Analysis 1.7). In the same trial, cure rates by type of UI also favoured the intervention group for both SUI (P value 0.004) and UUI (P value 0.02) at six months, but no further follow‐up was available (Analysis 1.5).

The prevalence of weekly (or more frequent) UI of any type (stress or urgency) was lower in the intervention group than in the control group in the two sub‐studies of diabetes trials with a follow‐up of between one and 2.8 years (Analysis 1.8). According to adjusted odds ratios (ORs) reported by trial authors, the intervention was associated with a statistically significant reduction in the odds of having UI by around 20% to 24% compared with the control group (in Phelan 2012, adjusted OR 0.80, 95% CI 0.65 to 0.98; in Brown 2006b, adjusted OR 0.76, 95% CI 0.61 to 0.95). The prevalence of weekly SUI was also lower in the intervention group compared with the control in both trials (in Phelan 2012, adjusted OR 0.73, 95% CI 0.55 to 0.96, Analysis 1.9; in Brown 2006b, adjusted OR 0.80, 95% CI 0.64 to 1.01) but no such difference was apparent for UUI (Analysis 1.9). The trial authors suggest that the reduction in the prevalence of overall weekly incontinence may be due to differences in weekly SUI.

Compared with women in the control group, those in the intervention group had a greater percentage reduction from baseline in weekly incontinence episodes over the period of three to 18 months regardless of type of UI (all, stress or urgency; Analysis 1.10; Analysis 1.11). Differences between the groups for all UI and SUI episodes were reported to be statistically significant at three, six and 12 months but no longer significant at 18 months. The difference for UUI was not statistically significant at any point in time after three months.

General health‐related quality of life was measured only in one small trial with 40 participants using SF‐36 ( (Subak 2005; Analysis 1.3). The median SF‐36 Physical Component Score favoured the intervention group (55 versus 47, P value 0.003) but there was no significant difference between the groups in the Mental Component Score of the same instrument (48 versus 51, P value 0.09).

2) Dietary changes versus no active intervention

Description of study

We identified only one small trial that assessed the effect of dietary factors on UI (Manonai 2006). The trial used a randomized cross‐over design and compared a soy‐rich diet with a control (soy‐free) diet in 42 women who experienced at least one of urinary or genital symptoms owing to urogenital atrophy. At baseline around 61% and 63% of women in the intervention and control groups, respectively, had SUI episodes and 19% and 11%, respectively, had UUI episodes. Partcipants underwent two two‐week treatment periods in random order with two four‐week washout periods before and between treatments. The trial authors found compliance to the diet to be satisfactory on the basis of the elevation of serum levels of daidzein and genistein during the soy‐rich diet period. Outcome data were available for 36 women who completed the trial. As data subgrouped by incontinence status were not available, the extracted data were from the whole study.

Primary outcomes

The trial did not address self‐reported cure and improvement rates, condition‐specific quality of life and adverse effects.

Secondary outcomes

The trial did not address cure and improvement rates based on quantification of symptoms, number of UI episodes and generic quality of life. The available data suggest that the percentage of women with UUI episodes in the control group increased from baseline during the control diet period (N = 36, from 11% to 22%, P value not reported; Analysis 2.1). Correspondingly, symptom scores (mean, SD) of UUI significantly increased during the control diet period (N = 36, from 0.14 (0.35) to 0.25 (0.50), P value < 0.05; Analysis 2.2), although the difference was small.

3) Change in fluid intake versus no treatment

Description of studies

We identified three trials that examined altering the level of fluid intake (Dowd 1996; Hashim 2008; Swithinbank 2005).

One RCT allocated 58 women with UI to one of three groups that increased fluid intake by 500 ( Dowd 1996). The trial provided a five‐week programme with randomisation in the second week. The trial reported that adherence to the fluid manipulation was poor, which made results difficult to interpret.

Another randomized cross‐over trial with 84 women with UI reported outcome data for the 69 women (39 with USI and 30 with IDO) who completed the trial (Swithinbank 2005). The trial lasted four weeks. In the first week participants drank normally (week 1, baseline) and in the second week drank normally, but only caffeine‐free fluids (week 2, caffeine‐free baseline). Participants were then randomized in the order in which they either increased fluids to 3 litres daily, or decreased fluids to 750 ml daily, in the third and fourth weeks while maintaining caffeine restriction (i.e. only drinking caffeine‐free fluids). Adherence to fluid intake protocols seemed fair, with a mean fluid intake of 1639 ml for Week 1, 1630 ml for Week 2, 2673 ml for the week of increasing fluids and 872 ml for the week of decreasing fluids.

In another cross‐over trial with 24 participants (11 men and 13 women) with OAB (Hashim 2008), only seven (29%) participants had UUI at baseline. Participants were randomized into two groups and asked to either increase or decrease their fluid intake from baseline. As outcome data specific to a subgroup of people with UI were not reported separately, the extracted data applied to the whole study. Group I was asked to drink at < 25% of baseline for four days, followed by two days' normal drinking, four days' at < 50%, two days' normal drinking, four days at > 25%, two days' normal drinking, and then four days at > 50%. Group II did the reverse. The trial reported that participants had difficulty in either increasing or decreasing fluids by 50%.

Primary outcomes

One cross‐over trial assessed quality of life using the Bristol Female Lower Urinary Tract Symptoms questionnaire (Swithinbank 2005). Quality of life improved when fluid intake was decreased compared with baseline in women with USI (N = 39, P value < 0.003) or IDO (N = 30, P value < 0.003) but the women reported no significant difference in the impact of incontinence symptoms on their daily life before and after treatment (no further data were available).

Regarding adverse effects, the same cross‐over trial reported that, with decreasing fluids, ‘side effects such as constipation and thirst were troublesome’ (Swithinbank 2005). Another cross‐over trial with 24 participants reported that adverse events observed were mild and tolerable: four participants felt thirsty and two had headaches, constipation or concentrated urine when fluid intake was decreased by 50% from baseline; and one had headache when intake was reduced by 25% (Hashim 2008). 

No information was available regarding self‐reported cure or improvement.

Secondary outcomes

The number of daily incontinent episodes was reported by three trials that used different measures. A four‐week cross‐over trial stratified results by type of UI at baseline (Swithinbank 2005; Analysis 3.1). Among 39 women with USI, the week of decreasing fluid intake (with caffeine restriction) was associated with a statistically significant reduction in the median number of daily incontinent episodes compared with the week of increasing fluid intake (with caffeine restriction; 0.5 versus 0.7, P value 0.006). Daily incontinent episodes after decreasing fluid intake (with caffeine restriction) were also statistically significantly fewer compared with the baseline week when participants drank normally (week 1, 0.5 versus 1.6, P value 0.006), but there was no significant difference when compared with the caffeine‐free baseline week in which participants maintained a similar fluid intake from baseline, but substituted caffeine‐free drinks for caffeine‐containing drinks (week 2, 0.5 versus 0.8, P value 1.000). The week of increasing fluid intake (no caffeine) did not differ significantly from the caffeine‐free baseline week (week 2, 0.7 versus 0.8, P value 0.426) in terms of daily incontinent episodes. For 30 women with IDO, drinking less fluid (no caffeine) had no statistically significant effect on daily incontinent episodes (0.5 versus 0.6, P value not significant) when compared with the caffeine‐free baseline, but drinking more fluid (no caffeine) resulted in a significant worsening (increase) of the symptom (1.1 versus 0.6, P value < 0.003).

In the other cross‐over trial participants were asked to increase or decrease their fluid intake by 25% and 50% from baseline in random order (Hashim 2008). There was no statistically significant difference in the mean number of daily incontinent episodes between the baseline period and each of the fluid manipulation periods, although it should be noted that only seven (29%) of the 24 participants had UUI at baseline (Analysis 3.2).

The Dowd 1996 trial randomized participants to three groups (maintain, increase or decrease fluid), but the authors reported that adherence to the fluid manipulation protocol was poor and that results were inconclusive (Analysis 3.3).

4) Caffeine reduction versus continued caffeine intake

Description of studies

We identified three trials that assessed the effects of a reduction in caffeine intake on incontinence (Bryant 2002; Miller 2007; Wells 2011).

In Bryant 2002, 95 participants (86 women, 9 men) with OAB (83% had UUI at baseline) were randomized by use of health record numbers (quasi‐randomised) to caffeine reduction education or control (continued caffeine intake). In addition, both groups received bladder training and were followed up for four weeks. Caffeine intake in the intervention group was reduced significantly from baseline compared with the control group (58% versus 11%, P value < 0 000.1)

Wells 2011 was a randomized cross‐over trial in which 14 women with OAB (with or without UI) underwent two two‐week periods of caffeinated or caffeine‐free fluids intake with a 14‐day washout period between treatments. It was a feasibility trial and identified only in abstract form. Data were available for the 11 women who completed the trial. Two participants did not comply with caffeine substitution.

The third trial, Miller 2007, was an unpublished two‐arm RCT that evaluated the effect of restricting 'irritating' beverages (caffeinated or non‐caffeinated). In this trial around 60 women with OAB (it was unclear if some or all participants were incontinent) were asked to substitute 'irritating' beverages with milk or water, but to maintain a similar volume of fluid from baseline. The request to stop drinking irritating beverages was associated with an improvement in OAB symptoms, but the trial author noted that the findings were confounded by a significant reduction in overall fluid intake in the intervention group from baseline (email communication from the trial author to the Cochrane Incontinence Group). No further information was available regarding this trial. The remainder of this section therefore focuses on the first two trials.

In all three trials, outcome data were extracted from the whole study, as data specific to the UI subgroup of the trial population were not reported separately.

Primary outcomes

The Wells 2011 trial reported condition‐specific quality of life using ICIQ Overactive Bladder (ICIQ‐OAB) and ICIQ Overactive Bladder Symptoms Quality of Life (ICIQ‐OABqol) questionnaires among 11 of the 14 women who completed the trial. Overall, women had lower (better) scores during the period of caffeine substitution (when drinking caffeine‐free fluids) compared with the caffeine exposure period, but the difference in total scores for the ICIQ‐OABqol was not statistically significant (mean 54 versus 68, P value 0.065; Analysis 4.1). No information was available regarding self‐reported cure and improvement, or adverse effects.

Secondary outcomes

There was no evidence of a difference in incontinence episode frequency between the caffeine reduction and caffeine exposure groups. The Bryant 2002 trial reported a mean difference of 0.2 episodes per day (Analysis 4.2: mean difference (MD) ‐0.20, CI ‐1.02 to 0.62), whereas the Wells 2011 trial reported 'no difference' with no numerical data provided. No information was available for cure and improvement rates based on quantification of symptoms or generic quality of life.

5) Reduction in sweetened fizzy or diet drinks versus no treatment

We found no trials that compared a reduction in sweetened fizzy or diet drinks with no treatment.

6) Reduction in alcohol consumption versus no treatment

We found no trials that compared a reduction in alcohol consumption with no treatment.

7) Avoiding constipation versus no treatment

We found no trials that compared avoidance of constipation with no treatment.

8) Smoking cessation versus no treatment

We found no trials that compared stopping smoking with no treatment.

9) Restricting strenuous physical forces versus no treatment

We found no trials that compared restricting strenuous physical forces with no treatment.

10) Reducing high levels of, or increasing low levels of, physical activity versus no treatment

We found no trials that compared a reduction in high levels of physical activity, or increasing low levels of physical activity, with no treatment.

11) Any lifestyle interventions, either alone or in combination, versus other lifestyle interventions or pharmacological and other conservative therapies

One trial was identified that compared a lifestyle weight loss intervention versus metformin. This trial was a sub‐study of a large DPP trial for diabetes described above (Brown 2006b), which compared different weight loss programmes: an intensive lifestyle intervention or a pharmacological intervention (metformin). This comparison included 1296 women.

The only relevant outcome for this review was the effect of weight loss on the prevalence of weekly or more frequent UI at a mean follow‐up of 2.8 years. The results showed that women allocated to the lifestyle group (N = 659) had a significantly lower prevalence of UI (any UI) compared with those in the comparison group (252/659 (38%) versus 306/635 (48%), RR 0.79, 95% CI 0.70 to 0.90; Analysis 5.1.1). The results hold for the prevalence of both weekly SUI symptoms (206/659 (31%) versus 252/635 (40%), RR 0.79, 95% CI 0.68 to 0.91; Analysis 5.1.2), and UUI symptoms (156/659 (24%) versus 182/635 (29%), RR 0.83, 95% CI 0.69 to 0.99; Analysis 5.1.3).

Discusión

available in

Esta revisión sistemática es la primera que considera la efectividad de intervenciones específicas en el estilo de vida para el tratamiento de los adultos con incontinencia urinaria.

Resumen de los resultados principales

Esta revisión identificó 11 ensayos que informaron el efecto de la pérdida de peso (cuatro ensayos), la ingesta de una dieta rica en soja (un ensayo), el cambio en la ingesta de líquidos (tres ensayos), la reducción de las bebidas con cafeína (tres ensayos) e intervenciones en el estilo de vida versus ninguna intervención en el estilo de vida para la pérdida de peso (un ensayo). No se identificaron ensayos que investigaran el alcohol, las bebidas gaseosas azucaradas o las bebidas dietéticas, el estreñimiento y el esfuerzo para defecar, el abandono del hábito de fumar, la actividad física o el esfuerzo físico.

Los efectos adversos parecieron ser relativamente poco frecuentes para todas las intervenciones estudiadas, aunque, con la disminución de los líquidos, algunos participantes presentaron sed, estreñimiento, orina concentrada o cefaleas.

¿La pérdida de peso en los adultos con obesidad o sobrepeso es más efectiva que ningún tratamiento?

Cuatro ensayos investigaron si la pérdida de peso en los adultos con obesidad o sobrepeso fue más efectiva que ningún tratamiento e incluyeron a 4701 mujeres (Brown 2006b; Phelan 2012; Subak 2005; Subak 2009). Es importante señalar que dos ensayos, que contribuyeron con más del 90% de las mujeres a este análisis, fueron principalmente ensayos de diabetes (N = 1321 y 2994, respectivamente; Brown 2006b; Phelan 2012). 

Hay pruebas de "baja" calidad de que, en comparación con las intervenciones control, los programas de pérdida de peso se asociaron con tasas mayores de mejoría según el autoinforme de las mujeres (resultado primario), así como mayores tasas de curación y mejoría según los síntomas cuantificables (resultados secundarios), aunque no hubo información disponible sobre la curación autoinformada (resultado primario). Los dos ensayos de diabetes también informaron la prevalencia de la incontinencia urinaria e identificaron una tendencia similar de que los grupos de pérdida de peso tuvieron una mayor reducción del número de mujeres con episodios de incontinencia semanal en comparación con los grupos control (pruebas de "muy baja" calidad). Solamente el ensayo más pequeño con 40 mujeres midió la calidad de vida específica de la enfermedad mediante el Incontinence Impact Questionnaire y el Urogenital Distress Inventory (Subak 2005), que mostraron diferencias estadísticamente significativas que favorecieron al grupo de pérdida de peso en comparación con el grupo control (pruebas de "baja" calidad).

Esta consistencia del efecto a través de varios resultados medidos da solidez a las pruebas. En general, las diferencias en la curación y la mejoría cuando la pérdida de peso se compara con el control indican que las intervenciones de pérdida de peso pueden ser de interés para las mujeres con obesidad mórbida y obesidad moderada y sus médicos. El grado de mejoría en la IU puede depender de la magnitud de la pérdida de peso. Un análisis de cohortes, Wing 2010 asociado con uno de los ensayos incluidos (el llamado estudio PRIDE, n = 338 al inicio; Subak 2009) mostró que las mujeres que perdieron del 5% al 10% de su peso corporal (independientemente de la asignación aleatoria a los tratamientos) tuvieron dos a cuatro veces más probabilidades de lograr al menos una reducción del 70% en el número total de episodios de incontinencia (es decir, de esfuerzo o de urgencia) por semana en comparación con las que ganaron peso al seguimientos a los seis meses (OR ajustado 3,7; IC del 95%: 1,6 a 8,2), a los 12 meses (OR ajustado 3,7; IC del 95%: 1,7 a 8,3) y a los 18 meses (OR ajustado 2,4; IC del 95%: 1,1 a 5,1). Las pérdidas de peso mayores del 10% no dieron lugar a mayores mejorías en los resultados de incontinencia (a los seis meses, OR ajustado 3,8; IC del 95%: 1,5 a 9,6; a los 12 meses, OR ajustado 4,1; IC del 95%: 2,1 a 7,9; a los 18 meses, OR ajustado 3,3; IC del 95%: 1,7 a 6,4).

Hay pocas pruebas disponibles en cuanto a los posibles mecanismos involucrados en el efecto de pérdida de peso. Hubo inconsistencia en el tipo de intervención cuando se incluyeron diversas combinaciones de dieta y actividad física. Tampoco estuvo claro si el mecanismo dietético incluyó la reducción en la ingesta de calorías u otro cambio en la calidad de la dieta, o ambos. Algunos de los posibles efectos beneficiosos de la pérdida de peso también podrían haberse atribuido al mejor control glucémico en lugar de a la pérdida de peso sola, debido a los números considerables de pacientes con diabetes incluidos en los ensayos. Estos resultados pueden no ser completamente relevantes para todos los pacientes con obesidad, aunque hubo pruebas independientes de un efecto de la pérdida de peso en los pacientes sin diabetes.

Como sería de esperar, el efecto beneficioso de la intervención de pérdida de peso disminuyó con el transcurso del tiempo. Lo anterior queda claro a partir de los diagramas de bosque (forest plots) para las tasas de curación y mejoría mediante la cuantificación de los síntomas y el número de episodios de incontinencia por semana, que indican que las estimaciones puntuales se acercaron a la línea de ningún efecto desde los tres meses y hasta los 18 meses. El mantenimiento del efecto se observa muy pocas veces en ensayos de incontinencia a largo plazo realizados años después de la intervención (Agur 2008; Glazener 2005), por lo que la sostenibilidad de la pérdida de peso y su efecto a largo plazo sobre la incontinencia requeriría estudios de investigación adicionales.

¿El cambio dietético es más efectivo que ningún cambio?

Un ensayo pequeño investigó si el cambio dietético es más efectivo que ningún cambio (Manonai 2006); incluyó a 42 mujeres y comparó una dieta rica en soja con una dieta sin soja. Los únicos datos de resultado disponibles para la frecuencia de la IU no encontraron pruebas de una diferencia entre las dos dietas (pruebas de "muy baja" calidad). Otros datos no fueron suficientes para establecer ninguna conclusión acerca del efecto del contenido de la dieta sobre la IU.

¿El cambio en el volumen de ingesta de líquidos es más efectivo que ningún cambio en el volumen de ingesta de líquidos?

Tres ensayos investigaron si el cambio en el volumen de ingesta de líquidos es más efectivo que ningún cambio en el volumen de ingesta de líquidos; incluyeron a 181 mujeres y 11 hombres (Dowd 1996; Hashim 2008; Swithinbank 2005). Solamente un ensayo cruzado (crossover) utilizó la calidad de vida específica de la enfermedad como resultado primario e informó mejoría en las puntuaciones del cuestionario Bristol Female Lower Urinary Tract Symptoms después de la reducción de la ingesta de líquidos (Swithinbank 2005). Un ensayo informó el cumplimiento deficiente con el protocolo de intervención, que dio lugar a resultados no concluyentes (Dowd 1996). Cada ensayo utilizó un protocolo diferente que detallaba la manipulación de los líquidos y ninguno de los ensayos informó mejoría o curación. La calidad de los resultados se calificó como "muy baja".

¿La reducción de cafeína es más efectiva que ningún cambio en el consumo de cafeína?

Tres ensayos investigaron si la reducción de cafeína es más efectiva que ningún cambio en el consumo de cafeína e incluyeron a 160 mujeres y nueve hombres (Bryant 2002; Miller 2007; Wells 2011). Un ensayo se informó exclusivamente a través de un correo electrónico de los autores (Miller 2007), y los detalles no fueron suficientes para establecer conclusiones firmes. Entre los ensayos hubo inconsistencia en los resultados utilizados, datos limitados e informe insuficiente para permitir un análisis de si la reducción de la cafeína es mejor que ningún cambio en el consumo. Los datos limitados y de calidad "muy baja" disponibles sobre la calidad de vida específica de la enfermedad (ICIQ‐OABqol) y la frecuencia de los episodios de incontinencia no encontraron pruebas de una diferencia entre los grupos.

¿Cualquier intervención en el estilo de vida es más efectiva que otra intervención?

Un ensayo investigó si una intervención en el estilo de vida es más efectiva que cualquier otra intervención e incluyó a 1296 mujeres(Brown 2006b); fue un subestudio de un ensayo grande de diabetes que comparó dos programas de pérdida de peso, una intervención intensiva en el estilo de vida o una intervención farmacológica (metformina). Los únicos datos de resultado disponibles fueron sobre el efecto de la pérdida de peso sobre la prevalencia de la IU semanal (un resultado secundario de calidad "muy baja" de las pruebas). Los resultados mostraron que las mujeres tuvieron una prevalencia menor de IU semanal en el grupo del estilo de vida que en el grupo de metformina a una media de 2,8 años de seguimiento y esta diferencia entre los grupos fue estadísticamente significativa y favoreció a la intervención en el estilo de vida.

Compleción y aplicabilidad general de las pruebas

En su mayoría los ensayos incluidos tuvieron tamaños de la muestra pequeños, con 60 o menos participantes y seguimiento corto (es decir, menos de 12 meses). Cinco de los ensayos incluidos fueron ECA de brazos paralelos (Brown 2006b; Dowd 1996; Subak 2005; Subak 2009; Phelan 2012). Los restantes incluyeron cuatro ensayos aleatorios cruzados (crossover)(Hashim 2008; Manonai 2006; Swithinbank 2005; Wells 2011), y un ensayo controlado cuasialeatorio (asignación mediante los números de los registros sanitarios; Bryant 2002). También se incluyó un ensayo no publicado, con información limitada, de un correo electrónico de los autores(Miller 2007).  

Los participantes en los ensayos incluidos en esta revisión fueron predominantemente femeninos, con una edad promedio (no estuvo claro si fue media o mediana) que varió de 49 a 58 años, excepto dos ensayos con medias de 62,7 años, Hashim 2008, y 70,25 años,Dowd 1996. Los participantes del ensayo también residían en la comunidad. Por lo tanto, la aplicabilidad de los hallazgos a los hombres y los grupos de más edad y a los pacientes de edad avanzada particularmente frágiles en el ámbito domiciliario de atención, es incierta.

La asignación aleatoria de la secuencia se generó y se ocultó adecuadamente solamente en dos ensayos (Subak 2005; Subak 2009); en otros ensayos fue inadecuada o no se describió con suficiente detalle. Esto puede haber introducido sesgo de selección.

El porcentaje de participantes seguidos e incluidos en el análisis varió en los ensayos incluidos. Solamente cuatro ensayos no tuvieron datos de resultado faltantes, imputaron los datos faltantes o señalaron que los datos faltantes estaban equilibrados a través de los grupos (Brown 2006b; Hashim 2008; Subak 2005; Subak 2009), mientras que en un ensayo casi la mitad de los participantes se excluyó del análisis debido a los datos faltantes (Dowd 1996). En los otros ensayos los números y las razones de los datos de resultado faltantes no se describieron claramente, lo que dio lugar a incertidumbre acerca del grado de sesgo de desgaste presente en estos ensayos.

Los datos de resultado informados fueron heterogéneos de diversas maneras, lo que limitó la capacidad de hacer comparaciones entre los ensayos. Por ejemplo, dentro de cada categoría de intervención en el estilo de vida (pérdida de peso, calidad de la dieta, restricción de líquidos y restricción de cafeína), los ensayos no utilizaron los resultados de manera consistente. No hubo resultados comunes a todos los ensayos, e incluso los resultados que fueron conceptualmente similares se midieron de diferentes maneras. No hubo datos primarios de resultado disponibles para seis de los ensayos incluidos en la revisión (Brown 2006b; Bryant 2002; Dowd 1996; Manonai 2006; Miller 2007; Phelan 2012). En particular, los resultados de la calidad de vida se registraron de forma muy deficiente. La importancia de la inclusión de los resultados de la calidad de vida no se debe subestimar, ya que es probable que sean los más valorados por los propios pacientes. Es probable que los ensayos más recientes incluyan medidas de la calidad de vida, ya que cada vez se identifican más como resultados clave, y el uso de instrumentos reconocidos para medirlos, como el International Consultation on Incontinence Questionnaire (ICIQ), es cada vez más amplio.

Calidad de la evidencia

Los niveles de las pruebas para cada resultado medido 12 meses después del comienzo del tratamiento se evaluaron mediante el enfoque GRADE (Resumen de los hallazgos para la comparación principal; Resumen de los hallazgos 2; Resumen de los hallazgos 3; Resumen de los hallazgos 4; y Resumen de los hallazgos 5). En general, el nivel GRADE de las pruebas para todos los resultados fue "bajo" o "muy bajo" para las diferentes intervenciones. Los factores principales para disminuir la calidad de las pruebas incluyeron el riesgo de sesgo (falta de cegamiento y ocultación incierta de la asignación), las pruebas indirectas (menos de 12 meses de seguimiento) y los resultados imprecisos debido al tamaño de la muestra pequeño con amplios intervalos de confianza, o falta de información (p.ej. desviación estándar) requerida para calcular los intervalos de confianza. Las pruebas de los estudios en los que solamente algunos de los participantes presentaban incontinencia también se disminuyó debido a la falta de direccionalidad, como se describe más adelante.

La calidad de los informes de los resultados en general fue deficiente. La calidad metodológica (riesgo de sesgo) se valoró a partir de los informes de los ensayos, por lo que dicha valoración puede reflejar la calidad del informe en lugar de la calidad metodológica real de los ensayos.

Sesgos potenciales en el proceso de revisión

Debido al número limitado de ensayos identificados que solamente incluyeron adultos con IU, se tomó la decisión post hoc de incluir los datos de los ensayos en los que no todos los participantes presentaban incontinencia cuando ingresaron al ensayo: las poblaciones en estos ensayos presentaban principalmente: vejiga hiperactiva (Hashim 2008; Miller 2007; Wells 2011); urgencia y frecuencia(Bryant 2002); atrofia urogenital(Manonai 2006), o diabetes Brown 2006b; Phelan 2012). La incontinencia inicial varió del 27% de los participantes en el ensayoPhelan 2012 a un 83% en Bryant 2002, o no se informó pero se supuso(Brown 2006b). Se extrajeron los datos de resultado completos de los estudios para todos los ensayos excepto Phelan 2012, que proporcionó datos de subgrupos específicos para el estado de incontinencia.

Se tomó otra decisión post hoc de incluir un resultado sobre la prevalencia de IU al seguimiento; este resultado se identificó de los dos ensayos de pérdida de peso en pacientes con diabetes (Brown 2006b; Phelan 2012). La búsqueda bibliográfica fue sistemática y se diseñó para obtener cualquier mención de IU, pérdida urinaria o vejiga hiperactiva en el título, el resumen y el vocabulario controlado. Sin embargo, una búsqueda más exhaustiva requerida para identificar los estudios en todas las afecciones clínicas no fue factible con los recursos limitados disponibles. Lo anterior puede haber introducido sesgo de informe, ya que es más probable que se informe un efecto grande o beneficioso de la intervención sobre la IU en los resúmenes de los informes publicados, que en datos que muestran poco o ningún efecto, y por lo tanto es más probable que se identifiquen mediante la búsqueda. Si este es el caso, la inclusión de los datos de prevalencia podría haber exagerado los efectos de la intervención. La aplicabilidad de las pruebas para el tratamiento de los pacientes con incontinencia urinaria también puede ser limitada, ya que no está claro el grado en el que los programas de pérdida de peso sirvieron como prevención, en lugar de tratamiento, de la incontinencia urinaria.

Aunque se realizaron esfuerzos para adherirse al protocolo de revisión para disminuir el sesgo, estas decisiones post hoc dieron lugar a cambios en los criterios de inclusión de la revisión. Como los datos de los estudios con poblaciones mixtas (con y sin incontinencia) a menudo constituyeron la única información disponible para algunas de las intervenciones evaluadas en la revisión, se decidió incluir estos datos que aportaban pruebas relevantes, aunque indirectas. La interpretación de estos resultados se hizo con precaución, al disminuir en un nivel la calidad del grupo de pruebas de los resultados basados en estudios con poblaciones mixtas (con y sin incontinencia) debido a la falta de direccionalidad.

La revisión también se encontró con un problema asociado a los ensayos cruzados (crossover), que no informaron los datos de una manera estándar que tuviera en cuenta las diferencias en el paciente (análisis pareado). En cambio, los ensayos incluidos tendieron a informar todas las mediciones después de finalizar el período de tratamiento y compararon estos datos como si fueran un grupo paralelo; algunos ensayos incluidos también informaron todas las mediciones antes y después de la intervención y compararon estos datos dentro de cada fase de tratamiento. No estuvo disponible la información requerida para realizar análisis pareados a partir de los informes publicados, lo que significó no solamente que los datos de ensayos similares no se pudieron incorporar en un metanálisis, sino también que los datos informados presentaron el error de la "unidad de análisis". Estos resultados deben, por tanto, interpretarse con precaución.

El agregado de la evaluación de la calidad de las pruebas mediante el enfoque GRADE y las tablas "Resumen de los hallazgos" era un desarrollo relativamente nuevo en los métodos de las revisiones sistemáticas en el momento de esta revisión. Aunque estos métodos no se especificaron en el protocolo, se intentó incorporarlos a la presente revisión. Se realizaron esfuerzos para disminuir el sesgo al determinar los resultados que se incluirían en las tablas y las calificaciones de calidad para cada resultado mediante el análisis cuidadoso entre los revisores. Sin embargo, estos pasos pueden haber estado influenciados por el conocimiento de los resultados de la investigación, por lo que pueden conllevar algún riesgo de sesgo.

Acuerdos y desacuerdos con otros estudios o revisiones

Se desconocen otras revisiones sistemáticas sobre este tema. Sin embargo, un resumen de las pruebas en hombres y mujeres, incluidas las provenientes de estudios no aleatorios, se proporciona en la 5ta Edición de la International Consultation on Incontinence (Moore 2013).

PRISMA study flow diagram
Figures and Tables -
Figure 1

PRISMA study flow diagram

Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies
Figures and Tables -
Figure 2

Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies

Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study
Figures and Tables -
Figure 3

Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 1 Improvement rates based on women's perception (all types UI).
Figures and Tables -
Analysis 1.1

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 1 Improvement rates based on women's perception (all types UI).

Study

Outcome

Weight loss
( number
improved)

Weight loss
(t otal N)

Weight loss
(%)

Control
( number
improved)

Control
(t otal N)

Control
(%)

Reported P value

Subak 2009

At 12 months (N = 298)

Not reported

Not reported

75

Not reported

Not reported

68

0.2

Subak 2009

At 18 months (N = 291)

Not reported

Not reported

75

Not reported

Not reported

62

0.02

Figures and Tables -
Analysis 1.2

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 2 Improvement rates based on women's perception (all types UI).

Study

Outcome

Weight loss (total N)

Weight loss, median (IQR)

Control (total N)

Control, median (IQR)

Reported P value

Subak 2005

3 months

Subak 2005

Incontinence Impact Questionnaire (score range 0‐400 with lower score indicating better quality of life)

19

37 (11 to 86)

21

89 (56 to 136)

0.01

Subak 2005

Urogenital Distress Inventory (score range 0‐300 with lower scores indicating less distress)

19

104 (67 to 122)

21

195 (156 to 228)

<0.0001

Subak 2005

SF‐36 physical component (higher scores indicate better quality of life)

19

55 (49 to 58)

21

47 (41 to 50)

0.003

Subak 2005

SF‐36 mental component (higher scores indicate better quality of life)

19

48 (46 to 49)

21

51 (48 to 54)

0.09

Figures and Tables -
Analysis 1.3

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 3 Quality of life and symptom scores.

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 4 Cure rates based on quantification of symptoms (all types UI).
Figures and Tables -
Analysis 1.4

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 4 Cure rates based on quantification of symptoms (all types UI).

Study

Outcome

Weight loss (number
cured)

Weight loss
(total N)

Weight loss (%)

Control (number
cured)

Control (total N)

Control (%)

Reported P value

Subak 2009

Stress UI at 6 months

Not reported

Not reported

27

Not reported

Not reported

15

0.004

Subak 2009

Urgency UI at 6 months

Not reported

Not reported

19

Not reported

Not reported

11

0.02

Figures and Tables -
Analysis 1.5

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 5 Cure rates based on quantification of symptoms (by type of UI).

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 6 Improvement rates based on quantification of symptoms (all types UI).
Figures and Tables -
Analysis 1.6

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 6 Improvement rates based on quantification of symptoms (all types UI).

Study

Outcome

Weight loss
(number
cured)

Weight loss
(total)

Weight loss
(%)

Control
(number
cured)

Control
(total)

Control
(%)

Reported P value

Subak 2009

Stress UI at 6 months

Not reported

Not reported

51

Not reported

Not reported

34

0.01

Subak 2009

Urgency UI at 6 months

Not reported

Not reported

41

Not reported

Not reported

29

0.04

Subak 2009

Stress UI at 6 months

Not reported

Not reported

51

Not reported

Not reported

34

0.01

Subak 2009

Urgency UI at 6 months

Not reported

Not reported

41

Not reported

Not reported

29

0.04

Subak 2009

Stress UI at 18 months

Not reported

Not reported

61

Not reported

Not reported

62

0.92

Subak 2009

Urgency UI at 18 months

Not reported

Not reported

47

Not reported

Not reported

34

0.03

Figures and Tables -
Analysis 1.7

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 7 Improvement rates based on quantification of symptoms (by type of UI).

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 8 Prevalence of weekly urinary incontinence after intervention (all types UI).
Figures and Tables -
Analysis 1.8

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 8 Prevalence of weekly urinary incontinence after intervention (all types UI).

Study

Outcome

Weight loss (number
with UI)

Weight loss (total N)

Weight loss (%)

Control (number
with UI)

Control (total N)

Control (%)

Reported P value

Reported adjusted odds ratio (95% CI)

Brown 2006b

SUI at 2.8 years

206

659

31

242

660

37

0.04

0.80 (0.64 to 1.01)

Brown 2006b

UUI at 2.8 years

156

659

24

169

660

26

0.41

Not reported

Phelan 2012

SUI at 1 year

145

1385

11

173

1354

13

0.07

0.73 (0.55 to 0.96)

Phelan 2012

UUI at 1 year

Not reported

Not reported

Not reported

Not reported

Not reported

Not reported

Not reported

0.93 (0.70 to 1.23)

Figures and Tables -
Analysis 1.9

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 9 Prevalence of weekly urinary incontinence after intervention (by type of UI).

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 10 Incontinent episodes per week (% change from baseline; all UI types).
Figures and Tables -
Analysis 1.10

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 10 Incontinent episodes per week (% change from baseline; all UI types).

Study

Outcome

Weight loss (total N)

Weight loss
(% change from baseline)

Control (total N)

Control (% change from baseline)

Reported P value

Subak 2005

All UI at 3 months, median (IQR)

19

‐60 (‐89 to ‐30)

21

‐15 (‐25 to 9)

0.0005

Subak 2005

Stress UI at 3 months, median (IQR)

19

‐92 (‐100 to ‐66)

21

5 (‐63 to 33)

0.003

Subak 2005

Urgency UI at 3 months, median (IQR)

19

‐70 (‐100 to ‐16)

21

‐11 (‐67 to 69)

0.03

Subak 2005

Subak 2005

Subak 2005

Subak 2005

Subak 2005

Subak 2005

Subak 2009

All UI at 6 months, mean (95% CI)

214

‐47 (‐54 to ‐40)

90

‐28 (‐41 to ‐13)

0.01

Subak 2009

Stress UI at 6 months, mean (95% CI)

214

‐58 (‐67 to ‐46)

90

‐33 (‐50 to ‐9)

0.02

Subak 2009

Urgency UI at 6 months, mean (95% CI)

214

‐42 (‐51 to ‐32)

90

‐26 (‐44 to ‐3)

0.14

Subak 2009

All UI at 12 months, mean (95% CI)

207

‐57 (‐63 to ‐50)

87

‐45 (‐56 to ‐32)

0.08

Subak 2009

Stress UI at 12 months, mean (95% CI)

207

‐66 (‐71 to ‐59)

87

‐45 (‐59 to ‐27)

<0.001

Subak 2009

Urgency UI at 12 months, mean (95% CI)

207

‐50 (‐59 to ‐39)

87

‐48 (‐63 to ‐29)

0.87

Subak 2009

All UI at 18 months, mean (95% CI)

197

‐62 (‐67 to ‐55)

90

‐55 (‐65 to ‐43)

0.3

Subak 2009

Stress UI at 18 months, mean (95% CI)

197

‐69 (‐76 to ‐61)

90

‐62 (‐73 to ‐48)

0.32

Subak 2009

Urgency UI at 18 months, mean (95% CI)

197

‐56 (‐64 to ‐46)

90

‐49 (‐64 to ‐28)

0.46

Figures and Tables -
Analysis 1.11

Comparison 1 Weight loss versus no active intervention, Outcome 11 Incontinence episodes per week (% change from baseline; by type of UI).

Study

Outcome

Soy‐rich diet (n/N)

Soy‐rich diet (%)

Control diet (n/N)

Control diet (%)

Manonai 2006

SUI episodes: before (baseline)

22/36

61

23/36

63

Manonai 2006

SUI episodes: after

22/36

61

18/36

51

Manonai 2006

UUI episodes: before (baseline)

7/36

19

4/36

11

Manonai 2006

UUI episodes: after

6/36

17

8/36

22

Figures and Tables -
Analysis 2.1

Comparison 2 Soy‐rich diet versus control, Outcome 1 Number of women with UI episodes: soy‐rich diet versus control.

Study

Outcome

Soy‐rich diet (n = 36)

Soy‐rich diet (n = 36)

Manonai 2006

SUI episodes: before (baseline)

0.67 (0.68)

0.75 (0.65)

Manonai 2006

SUI episodes: after

0.72 (0.66)

0.72 (0.74)

Manonai 2006

Reported P value

> 0.05

> 0.05

Manonai 2006

UUI episodes: before (baseline)

0.17 (0.38)

0.14 (0.35)

Manonai 2006

UUI episodes: after

0.19 (0.47)

0.25 (0.50)

Manonai 2006

Reported P value

> 0.05

< 0.05

Figures and Tables -
Analysis 2.2

Comparison 2 Soy‐rich diet versus control, Outcome 2 Mean UI symptom scores (SD; 0 = none, 1 = mild, 2 = moderate, 3 = severe): soy‐rich diet versus control.

Study

Type of UI

Baseline

Caffeine‐free baseline

Caffeine‐free
and increasing fluids

Caffeine‐free
and decreasing fluids

Swithinbank 2005

Urodynamic stress incontinence (SUI), n = 39

1.6 (0.6 to 2.8)

0.8 (0.1 to 1.9)

0.7 (0.3 to 3)

0.5 (0.2 to 2.1)

Swithinbank 2005

Idiopathic detrusor overactivity (IDO), n = 30

0.9 (0.4 to 2)

0.6 (0.2 to 1.8)

1.1 (0.2 to 3)

0.5 (0.2 to 1.2)

Figures and Tables -
Analysis 3.1

Comparison 3 Increase in fluid intake versus decrease in fluid intake, Outcome 1 Median number of daily UI episodes (IQR).

Study

Randomised group

N

Median (range)

Reported P value
compared with baseline

Hashim 2008

Baseline

24

0 (0, 4.8)

Hashim 2008

25% less fluid

24

0 (0, 5.5)

1.0

Hashim 2008

50% less fluid

12

0 (0, 4.5)

0.69

Hashim 2008

25% more fluid

21

0 (0, 10.3)

1.00

Hashim 2008

50% more fluid

14

0 (0, 12.8)

0.69

Figures and Tables -
Analysis 3.2

Comparison 3 Increase in fluid intake versus decrease in fluid intake, Outcome 2 Median number of daily UI episodes (range).

Study

Time period

Maintain fluid
(N = 14)

Increase fluid (N = 10)

Decrease fluid (N = 8)

Dowd 1996

Week 1 (baseline)

0.48

0.6

0.54

Dowd 1996

Week 2

0.71

0.61

0.26

Dowd 1996

Week 3

0.81

0.67

0.17

Dowd 1996

Week 4

0.57

0.5

0.14

Dowd 1996

Week 5

0.48

0.55

0.07

Figures and Tables -
Analysis 3.3

Comparison 3 Increase in fluid intake versus decrease in fluid intake, Outcome 3 Mean number of daily UI episodes (any UI).

Study

Outcome

Caffeine substitution

Caffeine exposure

Reported
P value

Wells 2011

ICIQ Overactive Bladder (ICIQ‐OAB) total score (N = 11);

0‐16 overall score with greater values indicating increased symptom severity

4.64

6.55

< 0.01

Wells 2011

ICIQ Overactive Bladder Symptoms Quality of Life (ICIQ‐OABqol) score (N = 11); 25‐160 overall score with greater values indicating increased impact on quality of life

Wells 2011

1) How regularly bladder symptoms interfered with the ability to get a good night's rest

2.64

4.09

< 0.01

Wells 2011

2) How often bladder symptoms caused anxiety or worry

1.73

2.64

< 0.05

Wells 2011

3) How much bladder symptoms interfered with everyday life overall

3.73

5.64

< 0.01

Wells 2011

4) Total scores for the ICIQ‐OABqol

53.91

68.36

0.065

Figures and Tables -
Analysis 4.1

Comparison 4 Caffeine reduction versus control, Outcome 1 Mean quality of life scores.

Comparison 4 Caffeine reduction versus control, Outcome 2 Mean number of UI episodes per 24 hours (SD).
Figures and Tables -
Analysis 4.2

Comparison 4 Caffeine reduction versus control, Outcome 2 Mean number of UI episodes per 24 hours (SD).

Comparison 5 Lifestyle weight loss versus metformin, Outcome 1 Prevalence of weekly UI after intervention.
Figures and Tables -
Analysis 5.1

Comparison 5 Lifestyle weight loss versus metformin, Outcome 1 Prevalence of weekly UI after intervention.

Summary of findings for the main comparison. Weight loss compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Weight loss compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: weight loss
Comparison: control

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Control

Weight loss

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types)
Follow‐up: 6 months

544 per 1000

762 per 1000
(621 to 931)

RR 1.4
(1.14 to 1.71)

304
(1 study)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

Condition‐specific quality of life
Incontinence Impact Questionnaire. Scale from: 0 to 400. Better quality of life indicated by lower values.
Follow‐up: 3 months

The median condition‐specific quality of life in the control groups was
89 points

The median condition‐specific quality of life in the intervention groups was
52 lower
(95% CI not estimable)

40
(1 study)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

Adverse effects
Follow‐up: 3 months

Not estimable

48
(1 study)

The study reported that the intervention had 'few side effects'.

Cure rates by symptom quantification (all UI types)
Follow‐up: 12 months

315 per 1000

350 per 1000
(287 to 431)

RR 1.11
(0.91 to 1.37)

738
(1 study)

⊕⊕⊝⊝
low1,3,4

Improvement rates by symptom quantification (all UI type)
Follow‐up: 12 months

325 per 1000

393 per 1000
(332 to 468)

RR 1.21
(1.02 to 1.44)

1032
(2 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1,3,4

Prevalence of weekly UI (all UI type)
Follow‐up: 12 months

286 per 1000

252 per 1000
(223 to 286)

RR 0.88
(0.78 to 1)

2739
(1 study)

⊕⊝⊝⊝
very low1,3,4,5

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; RR: risk ratio; UI: urinary incontinence

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants and personnel was unlikely.
2 Indirectness: We downgraded the evidence by one level because of short follow‐up < 12 months
3 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method in one study (Phelan 2012).
4 Missing outcome data in 7%‐10% of the participants in one study (Phelan 2012).
Indirectness: We downgraded the evidence by one level because data include a sub‐study of a trial (Phelan 2012) for diabetes that included continent as well as incontinent patients; only 27% had weekly urinary incontinence at baseline.

Figures and Tables -
Summary of findings for the main comparison. Weight loss compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults
Summary of findings 2. Soy‐rich diet compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Soy‐rich diet compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: soy‐rich diet
Comparison: control

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Control

Soy rich diet

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life ‐ not reported

Not estimable

Adverse effects ‐ not reported

Not estimable

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Incontinent episodes per week (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; RR: risk ratio; UI: urinary incontinence

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

Figures and Tables -
Summary of findings 2. Soy‐rich diet compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults
Summary of findings 3. Decreasing fluids compared to increasing fluids for the treatment of urinary incontinence in adults

Decreasing fluids compared to increasing fluids for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: decreasing fluids
Comparison: increasing fluids

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Increasing fluids

Decreasing fluids

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life
Follow‐up: 1 weeks

See comment

See comment

Not estimable

69
(1 study1)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,4,5,6

Quality of life improved when fluid intake was decreased but the impact of incontinence on daily life did not differ significantly before or after the treatment

Adverse effects
Follow‐up: 1 weeks

See comment

See comment

Not estimable

93
(2 studies1)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,5,6,7,8

Reported adverse effects include constipation, thirst, headache and concentrated urine with decreasing fluids

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Incontinent episodes per week (all UI types)
Follow‐up: 1‐4 weeks

See comment

See comment

Not estimable

125
(3 studies9)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,5,6,8,10,11

Decreasing fluid intake significantly reduced incontinent episodes in one study, no difference was found in another study and the results were inconclusive in the other study

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; UI: urinary incontinence

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Randomised cross‐over trial
2 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants, personnel and outcome assessors was probably not done and could introduce bias.
3 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method.
4 Missing outcome data in 18% of participants.
5 Indirectness: We downgraded the evidence by two levels because of short follow‐up < 12 months in all studies and because study participants included both continent and incontinent patients in one study (Hashim 2008)
6 Imprecision: We downgraded the evidence by one level because confidence intervals for relative effect were not estimable.
7 Missing outcome data in 18% of participants in one study (Swithinbank 2005), whereas the other study had no missing outcome data (Hashim 2008).
8 Inconsistency: We downgraded the evidence by one level because becuse of heterogenous interventions.
9 One RCT compared increasing versus decreasing versus maintaining fluid intake (Dowd 1996) and two randomized cross‐over trials comparing increasing versus decreasing fluid intake (Hashim 2008; Swithinbank 2005).
10 Missing outcome data in 45% of participants in the RCT (Dowd 1996), 18% of participants in a cross‐over trial (Swithinbank 2005), whereas the other cross‐over trial had no missing outcome data (Hashim 2008).
11 Low adherence to the protocol was reported in two studies (Dowd 1996;Hashim 2008).

Figures and Tables -
Summary of findings 3. Decreasing fluids compared to increasing fluids for the treatment of urinary incontinence in adults
Summary of findings 4. Caffeine reduction compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Caffeine reduction compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: caffeine reduction
Comparison: control

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Control

Caffeine reduction

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life
ICIQ Overactive Bladder Symptoms Quality of Life. Scale from: 25 to 160. Better quality of life indicated by lower values.
Follow‐up: 2 weeks

The mean condition‐specific quality of life in the control groups was
68.36 points

The mean condition‐specific quality of life in the intervention groups was
14.45 lower
(95% CI not estimable)

Not estimable

11
(1 study1)

⊕⊝⊝⊝
very low2,3,4,5,6

Adverse effects ‐ not reported

Not estimable

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Incontinent episodes per day (all UI types)
Follow‐up: 4 weeks

The mean number of incontinent episodes per day (all UI types) in the control groups was
1.4

The mean number of incontinent episodes per day (all UI types) in the intervention groups was
0.2 lower
(1.02 lower to 0.62 higher)

Not estimable

74
(1 study7)

⊕⊝⊝⊝
very low2,4,5,6,8

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Randomised cross‐over trial; feasibility study.
2 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants, personnel and outcome assessors was probably not done.
3 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method.
4 Missing outcome data in > 20% of participants.
5 Indirectness: We downgraded the evidence by two levels because of short follow‐up < 12 months and because study participants included both continent and incontinent patients.
6 Imprecision: We downgraded the evidence by one level because confidence intervals for relative effect were not estimable.
7 A quasi‐randomised controlled trial based on health record numbers.
8 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because allocation concealment was inadequate (quasi‐randomisation based on health record numbers).

Figures and Tables -
Summary of findings 4. Caffeine reduction compared to control for the treatment of urinary incontinence in adults
Summary of findings 5. Lifestyle weight loss compared to metformin weight loss for the treatment of urinary incontinence in adults

Lifestyle weight loss compared to metformin weight loss for the treatment of urinary incontinence in adults

Patient or population: adults with urinary incontinence
Settings:
Intervention: lifestyle weight loss
Comparison: metformin weight loss

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Metformin weight loss

Lifestyle weight loss

Cure rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by patient observation (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Condition‐specific quality of life ‐ not reported

Not estimable

Adverse effects ‐ not reported

Not estimable

Cure rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Improvement rates by symptom quantification (all UI types) ‐ not reported

Not estimable

Prevalence of weekly UI (all UI types)
Follow‐up: mean 2.8 years

482 per 1000

381 per 1000
(337 to 434)

RR 0.79
(0.7 to 0.9)

1294
(1 study)

⊕⊝⊝⊝
very low1,2,3,4

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: confidence interval; RR: risk ratio

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because blinding of participants, personnel and outcome assessors was not mentioned and may introduce bias.
2 Risk of bias: We downgraded the evidence by one level because the authors did not report or provide a description of an allocation concealment method.
3 Missing outcome data in 11% of participants.
4 Indirectness: We downgraded the evidence by one level because data come from a sub‐study of a trial (Brown 2006) for diabetes that included continent as well as incontinent patients.

Figures and Tables -
Summary of findings 5. Lifestyle weight loss compared to metformin weight loss for the treatment of urinary incontinence in adults
Comparison 1. Weight loss versus no active intervention

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Improvement rates based on women's perception (all types UI) Show forest plot

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

1.1 At 6 months

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

2 Improvement rates based on women's perception (all types UI) Show forest plot

Other data

No numeric data

3 Quality of life and symptom scores Show forest plot

Other data

No numeric data

4 Cure rates based on quantification of symptoms (all types UI) Show forest plot

3

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

4.1 At 3 months

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

4.2 At 6 months

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

4.3 At 12 months

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

5 Cure rates based on quantification of symptoms (by type of UI) Show forest plot

Other data

No numeric data

6 Improvement rates based on quantification of symptoms (all types UI) Show forest plot

3

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

Subtotals only

6.1 At 3 months

1

40

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

16.5 [1.01, 270.78]

6.2 At 6 months

1

304

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

1.85 [1.22, 2.81]

6.3 At 12 months

2

1032

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

1.21 [1.02, 1.44]

6.4 At 18 months

1

287

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

1.15 [0.86, 1.55]

7 Improvement rates based on quantification of symptoms (by type of UI) Show forest plot

Other data

No numeric data

8 Prevalence of weekly urinary incontinence after intervention (all types UI) Show forest plot

2

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

8.1 At 12 months

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

8.2 At 2.8 years

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

9 Prevalence of weekly urinary incontinence after intervention (by type of UI) Show forest plot

Other data

No numeric data

10 Incontinent episodes per week (% change from baseline; all UI types) Show forest plot

1

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

10.1 At 6 months

1

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

10.2 At 12 months

1

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

10.3 At 18 months

1

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

11 Incontinence episodes per week (% change from baseline; by type of UI) Show forest plot

Other data

No numeric data

Figures and Tables -
Comparison 1. Weight loss versus no active intervention
Comparison 2. Soy‐rich diet versus control

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Number of women with UI episodes: soy‐rich diet versus control Show forest plot

Other data

No numeric data

2 Mean UI symptom scores (SD; 0 = none, 1 = mild, 2 = moderate, 3 = severe): soy‐rich diet versus control Show forest plot

Other data

No numeric data

Figures and Tables -
Comparison 2. Soy‐rich diet versus control
Comparison 3. Increase in fluid intake versus decrease in fluid intake

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Median number of daily UI episodes (IQR) Show forest plot

Other data

No numeric data

2 Median number of daily UI episodes (range) Show forest plot

Other data

No numeric data

3 Mean number of daily UI episodes (any UI) Show forest plot

Other data

No numeric data

Figures and Tables -
Comparison 3. Increase in fluid intake versus decrease in fluid intake
Comparison 4. Caffeine reduction versus control

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Mean quality of life scores Show forest plot

Other data

No numeric data

2 Mean number of UI episodes per 24 hours (SD) Show forest plot

1

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

Figures and Tables -
Comparison 4. Caffeine reduction versus control
Comparison 5. Lifestyle weight loss versus metformin

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Prevalence of weekly UI after intervention Show forest plot

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

1.1 All UI types at 2.8 years

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

1.2 Stress UI at 2.8 years

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

1.3 Urgency UI at 2.8 years

1

Risk Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.0 [0.0, 0.0]

Figures and Tables -
Comparison 5. Lifestyle weight loss versus metformin