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Intervenciones basadas en Internet para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria

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Resumen

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Antecedentes

Internet podría proporcionar una forma de administrar programas de prevención secundaria a los pacientes con cardiopatía coronaria.

Objetivos

Determinar la efectividad de las intervenciones basadas en Internet dirigidas a los cambios en el estilo de vida y el control de los fármacos para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria.

Métodos de búsqueda

Se hicieron búsquedas en el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL), MEDLINE, EMBASE, en diciembre 2014. También se buscó en otras seis bases de datos en octubre 2014, y en tres registros de ensayos en enero 2015, junto con la verificación de referencias y búsqueda manual para identificar estudios adicionales.

Criterios de selección

Ensayos controlados aleatorios (ECA) que evaluaron intervenciones basadas en Internet para la prevención secundaria dirigidas a pacientes con cardiopatía coronaria.

Obtención y análisis de los datos

Dos autores de la revisión evaluaron de forma independiente el riesgo de sesgo y extrajeron los datos de acuerdo con el Manual Cochrane para Revisiones Sistemáticas de Intervenciones (Cochrane Handbook for Systematic Reviews of Interventions). Se evaluó la calidad de las pruebas mediante el enfoque GRADE y esto se presenta en la tabla "Resumen de los hallazgos".

Resultados principales

Dieciocho ensayos cumplieron los criterios de inclusión. Once estudios están completos (1392 participantes) y siete están en curso. De los estudios finalizados, siete intervenciones fueron amplias y se dirigieron al control del estilo de vida con cardiopatía coronaria, y cuatro se centraron en la promoción de actividades físicas. El grupo de comparación en los ensayos fue atención habitual (n = 6), intervención mínima (n = 3) o rehabilitación cardíaca tradicional (n = 2).

No se encontraron efectos de las intervenciones basadas en Internet para la mortalidad por todas las causas (odds ratio [OR] 0,27; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,04 a 1,63; participantes = 895; estudios = 6; pruebas de baja calidad). Hubo solamente un caso de mortalidad cardiovascular en un grupo control (participantes = 895; estudios = 6). No se informaron incidencias de reinfarto no mortal en los estudios. No se encontraron efectos sobre la revascularización (OR 0,69; IC del 95%: 0,37 a 1,27; participantes = 895; estudios = 6; pruebas de baja calidad).

No se encontraron efectos sobre el colesterol total (diferencia de medias [DM] 0,00; IC del 95%: ‐0,27 a 0,28; participantes = 439; estudios = 4; pruebas de baja calidad), el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) (DM 0,01; IC del 95%: ‐0,06 a 0,07; participantes = 437; estudios = 4; pruebas de baja calidad), o los triglicéridos (DM 0,01; IC del 95%: ‐0,17 a 0,19; participantes = 439; estudios = 4; pruebas de baja calidad). No se agruparon los datos del colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) debido a la heterogeneidad considerable. Dos de seis ensayos que midieron el colesterol de LDL detectaron efectos favorables de la intervención y cuatro ensayos no informaron efectos. Siete estudios midieron la presión arterial sistólica y diastólica; los datos no se agruparon debido a la heterogeneidad significativa. Para la presión arterial sistólica, dos estudios mostraron una reducción con la intervención, pero los estudios restantes no mostraron efectos. Para la presión arterial diastólica, dos estudios mostraron una reducción con la intervención, un estudio mostró un aumento con la intervención y los cuatro estudios restantes no mostraron efectos.

Cinco ensayos midieron la calidad de vida relacionada con la salud (CdVRS). No fue posible establecer conclusiones a partir de un estudio debido al informe incompleto; un ensayo no informó efectos; dos estudios informaron un efecto a corto y medio plazo respectivamente; y un estudio informó efectos a corto y medio plazo.

Cinco ensayos evaluaron resultados alimentarios: dos informaron efectos favorables y tres no informaron efectos. Ocho estudios evaluaron la actividad física: cinco de estos ensayos no informaron efectos de la actividad física y tres informaron la efectividad. Los ensayos todavía no han medido la repercusión de estas intervenciones en el cumplimiento con la medicación.

Dos estudios midieron la utilización de la atención sanitaria: uno no informó efectos y el otro informó un aumento en el uso de los servicios de atención sanitaria en comparación con un grupo control en el grupo de intervención a los nueve meses de seguimiento. Dos ensayos recopilaron datos de costes: ambos informaron que es probable que las intervenciones proporcionadas por Internet sean costo‐efectivas.

En cuanto al riesgo de sesgo, la mayoría de los estudios informó una asignación al azar apropiada y una ocultación apropiada de los procesos de asignación al azar. La falta de cegamiento dio lugar a riesgo de sesgo de realización en siete estudios y a riesgo de sesgo de detección en cinco ensayos. Dos ensayos tuvieron riesgo de sesgo de desgaste y cinco tuvieron riesgo de sesgo de informe.

Conclusiones de los autores

En general, las pruebas fueron de calidad baja debido a la falta de cegamiento, las pérdidas durante el seguimiento y la incertidumbre alrededor del tamaño del efecto. Pocos estudios midieron los eventos clínicos, y los que lo hicieron informaron un número muy pequeño de eventos, por lo que no es posible establecer conclusiones firmes. De manera similar, no hubo pruebas claras de efecto en los factores de riesgo cardiovascular, aunque nuevamente el número de estudios que lo informó fue pequeño. Hubo algunas pruebas de efectos beneficiosos sobre la CdVRS, los resultados alimentarios y la actividad física, aunque todavía no es posible establecer conclusiones firmes. Los efectos sobre la utilización de la atención sanitaria y la relación entre costo y efectividad tampoco son concluyentes, y los ensayos todavía no han medido la repercusión de estas intervenciones con Internet sobre el cumplimiento con la medicación. Los grupos de comparación difirieron entre los ensayos y no hubo estudios suficientes con datos utilizables para realizar análisis de subgrupos. Se planificó estudiar la intensidad de los grupos de comparación en las actualizaciones futuras de esta revisión cuando estén disponibles pruebas adicionales. Los resultados de los estudios en curso se añadirán a la base de pruebas.

PICOs

Population
Intervention
Comparison
Outcome

The PICO model is widely used and taught in evidence-based health care as a strategy for formulating questions and search strategies and for characterizing clinical studies or meta-analyses. PICO stands for four different potential components of a clinical question: Patient, Population or Problem; Intervention; Comparison; Outcome.

See more on using PICO in the Cochrane Handbook.

Resumen en términos sencillos

Programas basados en Internet para los pacientes con cardiopatía

Pregunta de la revisión

¿Los programas de ayuda basados en Internet para los pacientes con cardiopatía son útiles para mejorar el estado de la cardiopatía?

Antecedentes

La cardiopatía es la causa más frecuente de enfermedad y muerte evitable. La rehabilitación cardíaca es un programa que ayuda a los pacientes con cardiopatía a mejorar la salud. Se realiza en clases grupales que tienen lugar en hospitales o dentro de la comunidad. Los pacientes asisten a estas clases una o dos veces a la semana durante alrededor de seis a ocho semanas. Las clases generalmente incluyen hacer ejercicios y reciben asesoramiento sobre las maneras de mejorar la salud. Los pacientes que necesitan estos programas no siempre pueden asistir. Una opción es proporcionar este programa a través de Internet. En esta revisión se analizó si los programas proporcionados a través de Internet son útiles para mejorar las tasas de mortalidad, la necesidad de cirugía, los ataques cardíacos repetidos, los niveles de colesterol, la presión arterial, la calidad de vida relacionada con la salud (CdVRS), la dieta, la actividad física, el cumplimiento con la medicación, el uso de la atención sanitaria y los costos.

Características de los estudios

Las pruebas están actualizadas hasta diciembre 2014. Se incluyeron 18 estudios. Once son completos y siete están en curso. En los estudios finalizados se reclutaron 1392 pacientes con cardiopatía coronaria. El promedio de edad de los participantes varió desde 54,9 hasta 66,27 años. La mayoría de las personas reclutadas eran hombres. Los estudios se realizaron en todo el mundo y en diversos contextos de atención sanitaria. Siete estudios evaluaron programas amplios dirigidos a factores múltiples del estilo de vida relacionados con la cardiopatía. Cuatro estudios analizaron programas centrados solamente en aumentar los niveles de actividad física. La duración de los programas en los estudios incluidos varió de seis semanas a un año. Estos programas se compararon con ninguna intervención en seis estudios, algún apoyo en tres estudios y rehabilitación tradicional completa en dos estudios.

Resultados clave

No hay pruebas hasta la fecha para indicar que los programas proporcionados por Internet ayudan a reducir las tasas de muerte o cirugía cardíaca futura, pero estos resultados se basaron en un escaso número de estudios. Tampoco hay pruebas sólidas hasta la fecha que indiquen un efecto beneficioso de estos programas sobre los niveles de los lípidos o la presión arterial. Hay algunas pruebas que indican mejorías en la CdVRS y un cambio en el comportamiento, pero no hay pruebas suficientes hasta la fecha para establecer conclusiones firmes. Los estudios todavía no han medido la repercusión de los programas proporcionados por Internet sobre el cumplimiento con la medicación. Hubo información muy limitada sobre la utilización de la atención sanitaria y el costo de las intervenciones. Los informes de los siete estudios en curso se añadirán a la base de pruebas.

Calidad de la evidencia

Las pruebas en general fueron de baja calidad. Los estudios incluidos tuvieron algún riesgo de sesgo, seis estudios se calificaron con alto riesgo de sesgo en algunos dominios del riesgo de sesgo. Los resultados de esta revisión, por lo tanto, deben ser interpretados con cautela.

Actualmente hay pruebas limitadas sobre los efectos de las intervenciones basadas en Internet para el tratamiento de la cardiopatía coronaria. Se identificaron siete ensayos en curso, que se incorporarán a esta revisión cuando los resultados estén disponibles.

Conclusiones de los autores

available in

Implicaciones para la práctica

Debido a las pruebas de baja calidad en los resultados de los estudios y a los resultados limitados hasta la fecha, actualmente no hay implicaciones para la práctica.

Implicaciones para la investigación

Las pruebas actuales sobre el uso de Internet para la prevención secundaria de la cardiopatía aún están en evolución y han mostrado resultados contradictorios. Se han planteado varias preguntas. En particular, es necesario investigar los efectos a largo plazo de las intervenciones basadas en la Web utilizadas para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria sobre los perfiles de los factores de riesgo cardiovasculares y los eventos clínicos. También existe la necesidad de determinar la intensidad y la duración requeridas de la intervención para lograr una prevención secundaria efectiva de la cardiopatía coronaria y los componentes efectivos de los cambios conductuales. Las pruebas actuales sobre el uso de Internet para la prevención secundaria de la cardiopatía aún están en evolución y han mostrado resultados contradictorios. Se han planteado varias preguntas. En particular, es necesario investigar los efectos a largo plazo de las intervenciones basadas en la Web utilizadas para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria sobre los perfiles de los factores de riesgo cardiovasculares y los eventos clínicos. También existe la necesidad de determinar la intensidad y la duración requeridas de la intervención para lograr una prevención secundaria efectiva de la cardiopatía coronaria y los componentes efectivos de los cambios conductuales.

Con respecto a las características sociodemográficas de la población con cardiopatía coronaria, los estudios futuros se deben centrar en intervenciones con una amplia variedad de participantes para que los resultados sean generalizables y también se puedan adaptar a poblaciones específicas si se encuentran diferencias. Con respecto a las características sociodemográficas de la población con cardiopatía coronaria, los estudios futuros se deben centrar en intervenciones con una amplia variedad de participantes para que los resultados sean generalizables y también se puedan adaptar a poblaciones específicas si se encuentran diferencias.

Se necesitan estudios más rigurosos que comparen los efectos a largo plazo de las intervenciones con Internet para determinar la efectividad a largo plazo de las intervenciones con Internet para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria. También es necesario medir los resultados objetivamente. La actividad física se evaluó mediante el autoinforme de las medidas en seis de ocho ensayos. Estas medidas son sensibles a las sobrestimaciones, lo que reduciría el uso de la tecnología con acelerómetro. Los ensayos futuros también deben incluir resultados de la relación entre costo y efectividad. Se necesitan estudios más rigurosos que comparen los efectos a largo plazo de las intervenciones con Internet para determinar la efectividad a largo plazo de las intervenciones con Internet para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria. También es necesario medir los resultados objetivamente. La actividad física se evaluó mediante el autoinforme de las medidas en seis de ocho ensayos. Estas medidas son sensibles a las sobrestimaciones, lo que reduciría el uso de la tecnología con acelerómetro. Los ensayos futuros también deben incluir resultados de la relación entre costo y efectividad.

Summary of findings

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Summary of findings for the main comparison. Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease

Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease: clinical outcomes

Patient or population: patients with coronary heart disease
Settings: healthcare settings
Intervention: Internet‐based interventions
Comparison: usual care or no care

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of Participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Usual care or no care

Internet‐based interventions

Total mortality

Study population

OR 0.27
(0.04 to 1.63)

895
(6 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

9 per 1000

2 per 1000
(0 to 15)

Moderate risk population

3 per 1000

1 per 1000
(0 to 5)

Revascularisation

Study population

OR 0.69
(0.37 to 1.27)

895
(6 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

58 per 1000

41 per 1000
(22 to 73)

Moderate risk population

18 per 1000

12 per 1000
(7 to 23)

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: Confidence interval; OR: Odds ratio

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1Maddison 2014, Reid 2012, Zutz 2007 ‐ outcomes may have been influenced by lack of blinding.
2Confidence interval crosses line of no effect (uncertainty around the magnitude of effect).

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Summary of findings 2. Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease

Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease: cardiovascular risk factors

Patient or population: patients with coronary heart disease
Settings: healthcare settings
Intervention: Internet‐based interventions
Comparison: usual care or no care

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of Participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Usual care or no care

Internet‐based interventions

Total cholesterol

The mean total cholesterol in the intervention groups was
0 higher
(0.27 lower to 0.28 higher)

439
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

LDL cholesterol

See comment

See comment

Not pooled

437
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

High levels increase risk, while low levels reduce risk. Data not pooled due to unexplained considerable (I2 = 77%) heterogeneity

HDL cholesterol

The mean HDL cholesterol in the intervention groups was
0.01 higher
(0.06 lower to 0.07 higher)

437
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

High levels reduce risk, while low levels increase risk

Triglycerides

The mean triglycerides in the intervention groups was
0.01 higher
(0.17 lower to 0.19 higher)

439
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

High levels increase risk, while low levels reduce risk

Systolic blood pressure

See comment

See comment

Not pooled

623
(5 studies)

⊕⊕⊝⊝
low2

Systolic blood pressure measured in 5 studies. Data not pooled due to unexplained substantial (I2 = 63%) heterogeneity

Diastolic blood pressure

See comment

See comment

Not pooled

622
(5 studies)

⊕⊕⊝⊝
low2

Diastolic blood pressure measured in 5 studies. Data not pooled due to unexplained substantial (I2 = 58%) heterogeneity

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: Confidence interval;HDL: High‐density lipoprotein
; LDL: Low‐density lipoprotein

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1Zutz 2007 ‐ outcomes may have been influenced by lack of blinding; Varnfield 2014 ‐ loss to follow‐up > 20% in both experimental arms.
2Devi 2014, Zutz 2007 ‐ outcomes may have been influenced by lack of blinding; Varnfield 2014 ‐ loss to follow‐up > 20% in both experimental arms.

Antecedentes

available in

Descripción de la afección

Las enfermedades cardiovasculares son la causa número uno de muerte a nivel global. Se ha calculado que el costo acumulativo de las enfermedades cardiovasculares para la economía de la Unión Europea es de EUR 196 000 000 000 al año (European Society of Cardiology 2012). Las intervenciones de prevención secundaria pueden modificar favorablemente los factores de riesgo cardíacos en los pacientes con cardiopatía coronaria (McAlister 2001), y tienen un efecto positivo sobre la actividad física, el entrenamiento con ejercicios y el estado cardiorrespiratorio general (Lavie 2009). Además, también hay pruebas sólidas que muestran efectos beneficios con respecto a los eventos clínicos y la calidad de vida relacionada con la salud (CdVRS) (Cole 2011; McAlister 2001; O'Connor 1989; Oldridge 1988). Revisiones Cochrane anteriores han destacado los posibles efectos beneficiosos con respecto a la efectividad de las intervenciones con ejercicios y las intervenciones psicológicas para la cardiopatía coronaria (Heran 2011; Whalley 2011). Una revisión Cochrane adicional demuestra que el abandono del hábito de fumar modifica de manera efectiva el curso de la cardiopatía coronaria (Critchley 2003).

No todos los pacientes con cardiopatía coronaria participan en los programas de prevención secundaria. Una encuesta anual reciente encontró que solamente el 43% de los pacientes con cardiopatía coronaria participó en la rehabilitación cardíaca en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte entre 2012 y 2013 (NACR 2014). La remisión, la captación y el cumplimiento de los programas tradicionales de rehabilitación cardíaca suelen ser deficientes, en particular en los pacientes de edad avanzada, las mujeres, las minorías étnicas y en los pacientes con angina o insuficiencia cardíaca (Beswick 2004). Las razones de esta falta de captación son complejas, unas relacionadas con la organización y el sistema de administración (O’Driscoll 2007), y otras con la elección individual. Los factores relacionados con la no asistencia a la rehabilitación que aparecen con frecuencia en la bibliografía son los compromisos laborales, las dificultades con el transporte, la falta de tiempo, la distancia de viaje hasta la rehabilitación y las incomodidades relacionadas con la asistencia a la rehabilitación (De Vos 2013; McKee 2013; Neubeck 2012).

Las intervenciones domiciliarias son una manera alternativa de mejorar el acceso a los programas de prevención secundaria. Un metanálisis de 36 ensayos de intervenciones domiciliarias de prevención secundaria demostró que mejoran la CdVRS, disminuyen la presión arterial sistólica, reducen el colesterol total, reducen las tasas de tabaquismo y reducen la depresión en los pacientes con cardiopatía coronaria (Clark 2010). Una revisión Cochrane confirmó la efectividad de los programas domiciliarios de rehabilitación cardíaca en comparación con los realizados en centros (Taylor 2010), y no informó diferencias entre los programas en el número de eventos clínicos, la capacidad de ejercicio, la presión arterial, el colesterol total, la proporción de fumadores o la CdVRS. Un enfoque reciente ha sido adoptar la tecnología y utilizar Internet como una opción para apoyar el cambio importante en el estilo de vida para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria.

Descripción de la intervención

El uso de Internet ofrece una manera alternativa de proporcionar intervenciones de prevención secundaria. Las intervenciones con Internet pueden superar incomodidades como el tiempo y el gasto invertidos en viajar hasta las ubicaciones de la intervención (Griffiths 2006; Neville 2009; Nguyen 2004). Los usuarios también se benefician de contar con información y apoyo disponibles 24 horas por día. Con una programación avanzada en el sitio web, también es posible crear intervenciones muy interactivas que incorporan construcciones teóricas del cambio de comportamiento en salud y "técnicas de cambio de comportamiento" basadas en pruebas (Ciccolo 2008; Michie 2013).  Los pacientes también son capaces de comunicarse con los profesionales sanitarios mediante el uso de varios canales de comunicación como el correo electrónico, el chateo instantáneo o los foros de discusión (Griffiths 2006; Murray 2008). Las intervenciones pueden no incluir todas estas características; sin embargo, hay un considerable potencial para diseñar intervenciones con tantas características como sea posible. Las ventajas prácticas adicionales para los proveedores de los servicios incluyen la relación entre costo y efectividad, en Murray 2008, y la capacidad para alcanzar poblaciones grandes geográficamente dispersas sin restricciones de tiempo o ubicaciones (Eng 1999; Eysenbach 2001; Griffiths 2006). Las intervenciones basadas en la web también tienen la posibilidad de almacenar volúmenes grandes de información y se pueden actualizar fácilmente cuando los nuevos estudios de investigación estén disponibles (Murray 2008). 

De qué manera podría funcionar la intervención

Las intervenciones en línea han mostrado ser efectivas para el cambio de comportamientos en la salud general (Wantland 2004). Varios ensayos han examinado la efectividad de las intervenciones basadas en Internet para la promoción de una nutrición saludable y la pérdida de peso y para aumentar la actividad física (Moore 2008; Sternfeld 2009). Estos resultados son consistentes con revisiones que también informan un efecto beneficioso considerable de las intervenciones basadas en Internet sobre el aumento de la actividad física (Davies 2012).  

Las intervenciones basadas en Internet han mostrado ser efectivas en los pacientes con esclerosis múltiple para la reducción de la interrupción de los fármacos y para aumentar las intenciones de los pacientes con respecto a la persistencia con las medicaciones (Liang 2006). Una revisión ha examinado las intervenciones de telesalud para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria (Neubeck 2009). La revisión incluyó 11 estudios, de los cuales dos utilizaron intervenciones basadas en Internet; los nueve estudios restantes evaluaron intervenciones proporcionadas por teléfono. Los resultados generales indican que las intervenciones de telesalud son útiles para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria y muestran mejorías en el perfil de factores de riesgo de los pacientes con la intervención. Los dos estudios basados en Internet incluidos en esta revisión presentan resultados positivos en cuanto a los eventos clínicos, en Southard 2003, y el perfil de factores de riesgo cardiovascular (Zutz 2007). Munro 2013 evaluó intervenciones en poblaciones con cardiopatía que compararon la rehabilitación cardíaca basada en Internet con la atención habitual en una revisión sistemática. Esta revisión fue amplia e incluyó estudios en poblaciones con insuficiencia cardíaca y diseños de estudio de cohortes. La revisión incluyó nueve estudios que demostraron mejorías en los resultados clínicos, la actividad física y los resultados psicosociales. Una revisión realizada recientemente por Widmer 2015 evaluó el efecto beneficioso de las intervenciones digitales en salud sobre resultados de la enfermedad cardiovascular, y los estudios incluidos proporcionaron las intervenciones mediante tecnologías digitales diversas. Trece estudios incluidos en esta revisión no informaron mejorías significativas en el peso, la presión arterial diastólica, los niveles de los triglicéridos, el colesterol total, el colesterol de lipoproteínas de baja densidad o la glucosa en las poblaciones de prevención secundaria, pero demostró reducciones significativas en el índice de masa corporal. Un estudio reciente sobre la factibilidad de utilizar intervenciones basadas en Internet en esta población de pacientes mostró que más del 60% de los participantes encuestados que fueron elegibles para la rehabilitación cardíaca tenían acceso a Internet y tenían confianza en abrir los enlaces y navegar en los sitios web (Neubeck 2010), por lo que demostró posibilidades de alcanzar esta población a través de Internet. Hasta la fecha no se han observado efectos adversos de las intervenciones basadas en Internet en las poblaciones de estudio.

Por qué es importante realizar esta revisión

Hasta la fecha, las pruebas indican que las intervenciones tradicionales de prevención secundaria son efectivas para la reducción de los resultados adversos en los pacientes con cardiopatía coronaria (Heran 2011; Taylor 2010), pero que el acceso a los servicios en cuanto a la provisión, la captación y el cumplimiento es limitado (NACR 2014). Las intervenciones basadas en Internet pueden abordar algunas de estas limitaciones y ser un método alternativo efectivo para proporcionar la prevención secundaria a este grupo de pacientes (Griffiths 2006). Ninguna revisión sistemática se ha centrado específicamente en la revisión de la efectividad de las intervenciones basadas en Internet para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria ni se ha realizado una evaluación de los efectos de la intervención con Internet sobre la CdVRS, los factores del estilo de vida relacionados con la cardiopatía coronaria, o la relación entre costo y efectividad de estas intervenciones.

Objetivos

available in

Determinar la efectividad de las intervenciones basadas en Internet dirigidas a los cambios en el estilo de vida y el control de los fármacos para la prevención secundaria de la cardiopatía coronaria.

Métodos

available in

Criterios de inclusión de estudios para esta revisión

Tipos de estudios

Ensayos controlados aleatorios (ECA).

Tipos de participantes

Adultos (18 años de edad o más) con cardiopatía coronaria, que incluyen los que han presentado un infarto de miocardio, un procedimiento de revascularización (que incluye stent, revascularización arterial coronaria, o angioplastia transluminal percutánea coronaria), los que presentan angina o cardiopatía coronaria definida mediante angiografía.

Tipos de intervenciones

Se consideraron todas las intervenciones basadas en Internet diseñadas para promover un estilo de vida sano y fármacos para controlar y reducir el riesgo cardiovascular en los pacientes con cardiopatía coronaria.

Las intervenciones basadas en Internet se definieron como las aplicaciones interactivas computarizadas e individualizadas disponibles por Internet. Solamente se incluyeron las intervenciones proporcionadas por Internet, por lo que los estudios considerados en esta revisión fueron principalmente computarizados, aunque se consideró que las intervenciones basadas en Internet también se pueden proporcionar mediante teléfonos inteligentes.

Se excluyeron las intervenciones proporcionadas mediante otras tecnologías que no requirieran una conexión a Internet.

Se excluyeron específicamente las intervenciones basadas en Internet que se centraron en el abandono del hábito de fumar, ya que este fue el tema de una revisión Cochrane registrada en el Grupo de Adicción al Tabaco (Civljak 2010). No se incluyeron los ensayos donde el abandono del hábito de fumar formó parte de un paquete de atención.

Solamente se consideraron los ensayos en los que el grupo de comparación fue atención habitual o ninguna intervención y donde el seguimiento se informó hasta al menos tres meses posteriores a la intervención.

Tipos de medida de resultado

Resultados primarios

Resultados clínicos:

  • Mortalidad (cardiovascular y general)

  • Reinfarto no mortal

  • Revascularización

Factores de riesgo cardiovascular:

  • Niveles de los lípidos (colesterol total, lipoproteína de alta densidad [HDL], lipoproteína de baja densidad [LDL] y triglicéridos)

  • Presión arterial (presión arterial sistólica y presión arterial diastólica)

  • CdVRS

Resultados secundarios

  • Cambios en el estilo de vida, en la dieta y la actividad física. Cuando fue posible, la revisión se centró en medidas objetivas de cambio en el estilo de vida.

  • Cumplimiento con la medicación

  • Utilización de la atención sanitaria y costos

  • Efectos adversos de la intervención

Results

Description of studies

See Characteristics of included studies and Characteristics of excluded studies.

Results of the search

The searches yielded a total of 21,459 potentially relevant studies, which we reduced to 14,841 after removing duplications. From these we short‐listed 111 studies. We examined the full papers to these studies, which resulted in including 16 published papers (11 completed trials reported in 12 publications and four trial protocols reported in four published articles).

We searched the reference lists of included studies and relevant review articles, which resulted in no additional studies being included. We also searched trial registers and identified three additional ongoing trials. We have summarised this process in Figure 1.


Study flow diagram.

Study flow diagram.

Overall, we included 11 completed trials (12 publications), Antypas 2014, Devi 2014, Frederix 2015, Lear 2014, Lindsay 2009, Maddison 2014, Reid 2012, Southard 2003, Varnfield 2014, Vernooij 2012, and Zutz 2007, and seven ongoing trials, Dale 2014, ISRCTN29243064, NCT02228603, NCT02350192, Redfern 2014, Reinwand 2013, and Shah 2011. We have outlined full study details and risks of bias in completed trials in the Characteristics of included studies table. We have outlined details of the ongoing trials in the Characteristics of ongoing studies table.

Recruitment

Included studies that are complete with data available were conducted in the USA (Southard 2003; Zutz 2007), Canada (Lear 2014; Reid 2012), the UK (Devi 2014; Lindsay 2009), the Netherlands (Vernooij 2012), Belgium (Frederix 2015), Norway (Antypas 2014), New Zealand (Maddison 2014), and Australia (Varnfield 2014). Four trials recruited participants from conventional cardiac rehabilitation programmes (Antypas 2014; Frederix 2015; Varnfield 2014; Zutz 2007). One trial was set in tertiary care and recruited people who had undergone percutaneous coronary revascularisation and were not planning on taking part in cardiac rehabilitation (Reid 2012). One trial recruited cardiac inpatients from both a tertiary and a regional hospital (Lear 2014). One trial recruited participants from two metropolitan hospitals, through outpatient clinics (Maddison 2014). Two trials recruited participants from primary care general practitioner practices (Devi 2014; Lindsay 2009), one trial recruited from primary and community health services (Varnfield 2014), and two trials recruited from both primary and secondary care (Southard 2003; Vernooij 2012).

A total of 1392 participants were recruited, with sample sizes ranging from 15 to 330 participants. Ten studies reported the mean age of study participants, which ranged from 54.9 to 66.27 years, and one trial reported the median age of participants in the control and experimental group as 58.4 years and 61.7 years, respectively (Lear 2014). In six studies, over 80% of participants were male (Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Varnfield 2014; Zutz 2007), and in five studies over 70% of participants were male (Antypas 2014; Devi 2014; Lindsay 2009; Southard 2003; Vernooij 2012).

Southard 2003 recruited participants diagnosed with CHD, congestive heart failure, or both. The medical characteristics of participants recruited are described, amalgamating those with multiple diagnoses. In the sample 9.6% had a past medical history of congestive heart failure, and therefore the sample consisted of mostly people with CHD. Reid 2012 recruited a mixture of percutaneous coronary intervention (PCI), acute myocardial infarction (AMI), and coronary artery bypass grafting (CABG) patients. Vernooij 2012 sample included a mixture of coronary artery disease, cerebrovascular disease, abdominal aortic aneurysm, and peripheral vascular disease, and Frederix 2015 sample included post‐PCI and post‐CABG patients. Lear 2014 recruited cardiac inpatients admitted for either acute coronary syndrome or revascularisation procedure. Zutz 2007 recruited a mixture of myocardial infarction (MI), PCI, CABG, and diabetes mellitus patients. Devi 2014 recruited a stable angina population, Maddison 2014 recruited both angina and MI patients, and Varnfield 2014 recruited post‐MI patients. Lindsay 2009 and Antypas 2014 did not provide specific details of CHD diagnosis. Three trials described participants' ethnicity: Southard 2003 and Devi 2014 samples consisted of 97.1% and 91% white participants, respectively, and Maddison 2014 recruited predominately European New Zealanders (76%).

Interventions

Of the 11 completed trials, seven interventions were broad, targeting the general management of CHD (Devi 2014; Lear 2014; Lindsay 2009; Southard 2003; Varnfield 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007), and four interventions were focused on physical activity promotion (Antypas 2014; Frederix 2015; Maddison 2014; Reid 2012). Seven interventions were delivered using the Internet only (Devi 2014; Lear 2014; Lindsay 2009; Reid 2012; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007), and four interventions were delivered through both the Internet and mobile telephone technology (Antypas 2014; Frederix 2015; Maddison 2014; Varnfield 2014).

The intervention evaluated by Lindsay 2009 was an online heart care support community, where participants interacted with each other in one of five discussion forums moderated by researchers. The intervention also contained information resources about CHD, diet, exercise, and smoking. The web‐based programme evaluated by Southard 2003 was based around educational modules and involved interactive features such as multiple‐choice self test questions, an online discussion group, and a feature that allowed participants to upload health information, for example exercise and blood pressure. The health information provided by the user was then used to produce graphic feedback which showed the user's progress over time. The intervention evaluated by Vernooij 2012 was a personalised website containing an overview of participants' risk factors and self management information about different CHD risk factors. The intervention evaluated by Devi 2014 involved tailored goal‐setting for exercise, diet, anxiety and emotions, and smoking. Depending on the participant’s performance, these goals were modified/made increasingly difficult throughout the programme. Programme users also had to complete an online interactive exercise diary, uploading the daily number of exercise minutes carried out. The intervention evaluated by Varnfield 2014 used a smartphone to monitor health and exercise and to deliver motivational and educational materials via text messages and through audio or video files. The health and exercise daily diary entries were synchronised to a web portal, which mentors could access and review to give feedback during a weekly scheduled telephone consultation. The web‐based programme evaluated by Zutz 2007 comprised weekly education sessions, scheduled one‐on‐one chat sessions with various healthcare professionals, and monthly 'ask an expert' group chat sessions. Participants were also required to upload exercise levels, heart rate, weight, blood pressure, and glucose levels (if diabetic) data to the website. The trial carried out by Lear 2014 evaluated an intervention consisting of weekly education sessions (in the form of interactive slide presentations), a feature to upload participant health data, progress notes (for healthcare professionals), scheduled one‐on‐one chat sessions with a healthcare professional, and monthly 'ask an expert' group chat sessions.

Trials carried out by Antypas 2014, Frederix 2015, Maddison 2014, and Reid 2012 focused on promoting physical activity only. Both Antypas 2014 and Frederix 2015 investigated the effectiveness of an Internet‐ and mobile phone‐based intervention offered to participants after completing traditional cardiac rehabilitation. Antypas 2014 offered participants tailored motivation and support through both a website and text messaging, physical activity goal‐setting, and access to generic information. In Frederix 2015, participants wore a physical activity monitor, and uploaded weekly data via a USB connection to an online participant account, from which they received automated personalised feedback weekly via email or text messages. Similar to both Antypas and Frederix, Maddison 2014 aimed to increase moderate and vigorous aerobic exercise in those with CHD with an intervention comprised of personalised automated text messages, pedometer‐based step counts feedback, personalised feedback on a website, video messages, motivational messages, and weekly health and exercise tips. Reid 2012 aimed to increase levels of physical activity in those not taking part in traditional cardiac rehabilitation; intervention participants uploaded their daily physical activity data onto the intervention website and completed a series of online tutorials, which generated new physical activity plans.

The length of the interventions ranged from six weeks, in Devi 2014, to one year (Antypas 2014; Vernooij 2012). The duration of the other interventions was three months (Zutz 2007), four months (Lear 2014), four and a half months (Frederix 2015), six months (Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003), and nine months (Lindsay 2009). The intervention evaluated by Varnfield 2014 consisted of a six‐week intervention, which was followed by a six‐month self management phase. Participants received training on how to use the intervention in 10 trials (Antypas 2014; Devi 2014; Frederix 2015; Lear 2014; Lindsay 2009; Maddison 2014; Reid 2012; Varnfield 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007). Details of how the intervention was introduced to participants was not described by Southard 2003.

In eight interventions, participants were able to initiate communication with a healthcare professional (Antypas 2014; Devi 2014; Lear 2014; Reid 2012; Southard 2003; Varnfield 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007). Communication was through email access (Devi 2014; Reid 2012; Zutz 2007), private‐messaging function on the website (Antypas 2014; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007), one‐to‐one chat facility (Lear 2014), a synchronised group chat (Devi 2014; Lear 2014; Zutz 2007), an online discussion forum (Lindsay 2009; Southard 2003), or telephone consultations (Varnfield 2014). The healthcare professionals communicating with participants were exercise specialists (Lear 2014; Reid 2012; Zutz 2007), dietitians (Lear 2014; Southard 2003; Zutz 2007), nurse practitioners (Lear 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007), cardiac rehabilitation specialists (Devi 2014), or a physiotherapist (Antypas 2014). Varnfield 2014 did not describe the professional background of those delivering the telephone consultation component of the intervention. Only one intervention included a prompt feature, in which a nurse practitioner could message a participant, or telephone participants who had not recently logged on to the programme (Vernooij 2012).

The intervention user was able to communicate with other intervention users in four studies, either through online discussion forums (Lindsay 2009; Southard 2003), messaging on other users' profile pages (Antypas 2014), via an online synchronised group chat (Devi 2014; Lear 2014), or through email (Southard 2003).

Control groups

In all studies, the web‐based intervention was evaluated in two‐arm trials.

Usual care was the comparison group in six trials. One study did not provide details of usual care (Southard 2003), and in the others it was usual general practitioner care (Devi 2014; Lear 2014; Vernooij 2012), no intervention (Frederix 2015), or wait‐list control (Zutz 2007).

In three trials, control group participants received a minimal intervention consisting of a static, non‐tailored web‐based programme (Antypas 2014), weekly drop‐in sessions (Lindsay 2009), or general physical activity guidance and an educational booklet (Reid 2012). In two trials, the comparison group was traditional cardiac rehabilitation (Maddison 2014; Varnfield 2014).

Use of the intervention by participants

Five trials reported the frequency of website login. Southard 2003 reported that on average participants logged into the website 58 times over the six‐month intervention period, which was equivalent to twice per week. Devi 2014 reported an average of 19 logins per participant over the six‐week intervention, with an average of three logins per week. In Zutz 2007, the average number of logins over the 12‐week programme was 50, which averaged to 4.2 times per week. Vernooij 2012 and Lear 2014 did not report average values, instead reporting median and range values, respectively. In Vernooij 2012, participants logged in a median of 56 (interquartile range 35 to 83) times during the 12‐month intervention, and in Lear 2014, weekly logins ranged from one participant not logging in to the website at all to other participants logging in more than eight times per week.

Excluded studies

We have presented reasons for study exclusion in the Characteristics of excluded studies table.

Risk of bias in included studies

We judged the risk of bias in the 11 completed trials; Figure 2 and Figure 3 outline summaries of our judgements presented as percentages across all studies, and for each included study, respectively.


Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies.

Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies.


Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study.

Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study.

Allocation

All studies randomly allocated participants to study conditions.

In eight studies there was a low risk of bias in the method used to generate randomisation sequence (Antypas 2014; Devi 2014; Lear 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Varnfield 2014; Vernooij 2012), and in three studies there was an unclear risk (Frederix 2015; Lindsay 2009; Zutz 2007). The unclear risk was due to insufficient details provided in reports to judge adequate randomisation.

In seven studies there was a low risk of bias in the methods used to conceal participant allocation (Antypas 2014; Devi 2014; Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Varnfield 2014). In four studies there was an unclear risk (Lindsay 2009; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007), as they did not describe the measures taken to ensure concealment of group allocation.

Blinding

Participants were not blinded in 10 trials (Devi 2014; Frederix 2015; Lear 2014; Lindsay 2009; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Varnfield 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007). We judged this lack of blinding to be at high risk of bias for study outcomes in seven studies (Devi 2014; Lindsay 2009; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Varnfield 2014; Zutz 2007). In contrast, we judged this to be at low risk of causing bias in three studies (Frederix 2015; Lear 2014; Vernooij 2012), as the study outcome assessments were not likely to be influenced by the lack of blinding. One trial compared two Internet intervention conditions, the web‐based intervention that was under trial and the control group, which received a non‐tailored version of the programme, and therefore in this study it was possible to blind participants to study conditions (Antypas 2014).

In terms of blinding outcome assessors, five studies blinded outcome assessors to group allocation (Antypas 2014; Lear 2014; Maddison 2014; Southard 2003; Vernooij 2012), of which one, Southard 2003, reported inadequate blinding. The outcome assessor was not blinded in six trials (Devi 2014; Frederix 2015; Lindsay 2009; Reid 2012; Varnfield 2014; Zutz 2007), of which five were judged to be at high risk of bias as study outcomes may have been influenced (Devi 2014; Lindsay 2009; Reid 2012; Varnfield 2014; Zutz 2007), whereas this may have not been the case in Frederix 2015 due to the nature of physiological outcome measures used.

Incomplete outcome data

We were unable to judge attrition bias in Lindsay 2009 due to a discrepancy in participant drop‐out reported in the published paper. Attempts made to contact the authors were unsuccessful.

In the remaining 10 trials, participant drop‐out varied, ranging from 4%, in Southard 2003, to 72%, in Antypas 2014.

Six trials achieved follow‐up of 80% or more (Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007), of which four reported reasons for participant drop‐out and were judged as unlikely to be at risk of bias (Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Southard 2003). Two of these trials did not report reasons for participant drop‐out (Vernooij 2012; Zutz 2007), although due to the low level of attrition this was unlikely to have caused bias.

We also judged other trials with attrition rates of 23%, in Devi 2014, and 31%, in Reid 2012, to be at low risk of attrition bias. In Devi 2014, the number of and reasons for dropouts were balanced across groups. In Reid 2012, the number of dropouts was balanced across groups, and missing data was replaced using multiple imputations.

In contrast, we judged both Antypas 2014 and Varnfield 2014 to be at high risk of attrition bias. Antypas 2014 reported a high attrition rate of 72%, and does not describe reasons for missing data, and the drop‐out rate in Varnfield 2014 was 40% and judged to be related to the trial's primary outcome measure (uptake, adherence, and completion rates of the intervention).

Selective reporting

The risk of selective reporting was unclear in four studies where the study protocol was not available (Frederix 2015; Lindsay 2009; Southard 2003; Zutz 2007). We judged two studies to be at low risk (Antypas 2014; Lear 2014), as all prespecified outcomes outlined in the protocol were reported. We judged five studies to be at high risk, as some variables described in trial protocols were not reported (Devi 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Varnfield 2014; Vernooij 2012), although four studies did report the primary outcome (Devi 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Vernooij 2012), and in one trial the reported primary outcome measure differed from the primary outcome measure described in the study protocol (Varnfield 2014).

Other potential sources of bias

The information provided in the included studies was insufficient to determine other potential sources of bias.

Effects of interventions

See: Summary of findings for the main comparison Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease; Summary of findings 2 Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease

Effects of interventions on clinical outcomes

Seven studies reported clinical outcomes (Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007). One group reported overall cardiovascular events but did not break this down further (Southard 2003), so we were unable to combine data from this study in the meta‐analyses (contact was made with the authors, however they no longer have access to the data). This study reported that two and eight participants in the intervention group and control group, respectively, experienced a cardiovascular event. The difference between groups was of borderline statistical significance, P = 0.053.

Mortality

Six trials reported this as an outcome, with a total of 895 participants randomised (Analysis 1.1). A total of four deaths were reported across three of these trials, all in the control groups (Lear 2014; Reid 2012; Vernooij 2012). Vernooij 2012 reported one death described as a "fatal cerebrovascular event", Lear 2014 reported one death as a non‐cardiovascular disease death, and Reid 2012 reported two cases of mortality with no reasons provided. The odds ratio (OR) was 0.27 (95% confidence interval (CI) 0.04 to 1.63), P = 0.15 (Analysis 1.1), with low‐quality evidence (summary of findings Table for the main comparison).

Only one trial reported a case of cardiovascular‐related mortality; Vernooij 2012 reported one cardiovascular‐related death in the control group.

Non‐fatal re‐infarction

No studies reported any incidences of non‐fatal re‐infarction.

Revascularisation

Six studies contributed to the analysis with 895 participants randomised (Analysis 1.2). In total, 18 revascularisations were reported amongst the intervention groups in three studies (Lear 2014; Maddison 2014; Vernooij 2012), and 26 in the control groups across five studies (Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Vernooij 2012), with no evidence of an effect of the intervention (OR 0.69 (95% CI 0.37 to 1.27), P = 0.23) (Analysis 1.2, Figure 4), and with low‐quality evidence (summary of findings Table for the main comparison).


Forest plot of comparison: 1 Cardio events, outcome: 1.1 Revascularisation.

Forest plot of comparison: 1 Cardio events, outcome: 1.1 Revascularisation.

Effects of interventions on cardiovascular risk factors

Lipid levels

Six trials assessed the impact of web‐based interventions on total cholesterol, HDL cholesterol, LDL cholesterol, and triglycerides (Frederix 2015; Lear 2014; Southard 2003; Varnfield 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007). We were unable to combine data from Southard 2003 and Lear 2014. Southard 2003 did not report variance values, and we were unable to obtain these from the authors, and Lear 2014 reported data in terms of medians and interquartile ranges. At six months' follow‐up, Southard 2003 reported no statistically significant changes in cholesterol levels, and Lear 2014 reported statistically significant group differences between the control and intervention group for total cholesterol (P = 0.026) and LDL cholesterol (P = 0.022), although not for HDL cholesterol (P = 0.075) and triglycerides (P = 0.715). For total cholesterol, the median values in the control group at baseline, four months, and 16 months were 3.45 mmol, 3.77 mmol, and 3.66 mmol, respectively, and experimental group median values were 3.54 mmol, 3.68 mmol, and 3.60 mmol, respectively, P = 0.026. For LDL cholesterol, the median values in the control group at baseline, four months, and 16 months were 1.79 mmol, 1.99 mmol, and 1.82 mmol, respectively, and experimental group values were 1.74 mmol, 1.79 mmol, and 1.69 mmol, respectively, P = 0.022.

There were four studies where data could be combined, there was moderate heterogeneity for the outcome total cholesterol and a random‐effects model was used (I2 = 41%) showing no effect of the intervention on total cholesterol (mean difference (MD) 0.00 (95% CI ‐0.27 to 0.28) mmol/L, P = 0.98, four studies, 439 participants) (Analysis 2.1, Figure 5) with low‐quality evidence (summary of findings Table 2). Similarly, there were no intervention effects for HDL cholesterol (MD 0.01 (95% CI ‐0.06 to 0.07) mmol/L, P = 0.82, four studies, 437 participants) (Analysis 3.1, Figure 6) with low‐quality evidence (summary of findings Table 2). There was considerable heterogeneity for the LDL cholesterol outcome, and results were not pooled statistically (I2 = 77%) (Analysis 4.1, Figure 7), low‐quality evidence (summary of findings Table 2). Of these studies, one reported a difference in LDL cholesterol between groups at 12 months' follow up (MD ‐0.3 (95% CI ‐0.5 to ‐0.1) (Vernooij 2012) other trials reported no effect on LDL levels (Frederix 2015; Varnfield 2014; Zutz 2007). For triglycerides, there were again no intervention effects (MD 0.01 (95% CI ‐0.17 to 0.19) mmol/L, P = 0.91, four studies, 439 participants) (Analysis 5.1, Figure 8).


Forest plot of comparison: 2 Total cholesterol, outcome: 2.1 Total Cholesterol.

Forest plot of comparison: 2 Total cholesterol, outcome: 2.1 Total Cholesterol.


Forest plot of comparison: 3 HDL cholesterol, outcome: 3.1 HDL Cholesterol.

Forest plot of comparison: 3 HDL cholesterol, outcome: 3.1 HDL Cholesterol.


Forest plot of comparison: 4 LDL cholesterol, outcome: 4.1 LDL Cholesterol.

Forest plot of comparison: 4 LDL cholesterol, outcome: 4.1 LDL Cholesterol.


Forest plot of comparison: 5 Triglycerides, outcome: 5.1 Triglycerides.

Forest plot of comparison: 5 Triglycerides, outcome: 5.1 Triglycerides.

Blood pressure

In total, seven studies measured systolic (SBP) and diastolic (DBP) blood pressure (Devi 2014; Lear 2014; Maddison 2014; Southard 2003; Varnfield 2014; Vernooij 2012; Zutz 2007). We were unable to combine data from two studies due to variance data not being reported (Southard 2003), and due to data being presented using median values (Lear 2014). Southard 2003 reported no effects for SBP or DBP between groups at a six months' follow‐up (P values not provided), and Lear 2014 reported a between‐group difference over time for SBP (P = 0.051), although not for DBP (P = 0.776). The median SBP values in the control group at baseline, four months', and 16 months' follow‐up were 112 mmHg, 114 mmHg, and 117 mmHg, and the experimental group median values were 121 mmHg, 126 mmHg, and 121 mmHg, respectively.

For the remaining five trials, heterogeneity was substantial (I2 = 63% for SBP, 58% for DBP), and so we did not pool results statistically (Analysis 6.1, Figure 9; Analysis 7.1, Figure 10). In Vernooij 2012, the difference in SBP at 12 months' follow‐up in the intervention group was ‐3 (standard deviation (SD) = 17.52) mmHg, and in the control group the difference was 2 (SD = 18.52) mmHg; this was reported within a 95% CI of ‐7.6 to 0.2. For DBP, the difference at a 12 months' follow‐up in the intervention group and the control group was ‐1 (SD = 9.54) mmHg, and 1 (SD = 10) mmHg, respectively; this was reported with a 95% CI of ‐4.4 to 0.4 (Vernooij 2012). Varnfield 2014 reported six weeks' follow‐up data in the published findings; we contacted the authors for the six months' follow‐up data, however this was not made available. At six weeks' follow‐up, Varnfield 2014 reported an intervention effect for DBP (P = 0.03), while the intervention effect on SBP was not significant (P = 0.4). Maddison 2014 measured DBP and SBP, which is not reported in the published findings; the authors were contacted and the findings provided. At six months' follow‐up, the change in SBP in the intervention group was 4.77 (SD = 13.39) mmHg, and in the control group 0.29 (SD = 13.37) mmHg. The change in DBP at six months' follow‐up in the intervention group was 1.23 (SD = 9.27) mmHg and in the control group ‐1.73 (SD = 10.16) mmHg. Both Devi 2014 and Zutz 2007 reported no significant SBP and DBP effects between the intervention and control groups at six months', and 12 weeks' follow‐up, respectively.


Forest plot of comparison: 6 Systolic blood pressure, outcome: 6.1 Systolic Blood Pressure.

Forest plot of comparison: 6 Systolic blood pressure, outcome: 6.1 Systolic Blood Pressure.


Forest plot of comparison: 7 Diastolic blood pressure, outcome: 7.1 Diastolic Blood Pressure.

Forest plot of comparison: 7 Diastolic blood pressure, outcome: 7.1 Diastolic Blood Pressure.

Health‐related quality of life

Five studies measured changes in health‐related quality of life (HRQOL) (Devi 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Varnfield 2014). Due to a lack of homogeneity in instruments used across studies, we could not combine these findings in a meta‐analysis. Southard 2003 used the Dartmouth COOP, however only baseline data was described, and no follow‐up findings reported. We contacted the authors, and unfortunately this data is no longer available. Both Devi 2014 and Reid 2012 used the MacNew to measure HRQOL; we were unable to combine this data as Reid 2012 did not report baseline scores. Devi 2014 showed that compared to a control group the experimental group demonstrated statistically significant improvements in emotional HRQOL (P = 0.04, 95% CI 0.01 to 0.54) at six weeks' follow‐up and statistically significant improvements in social HRQOL at six months' follow‐up (P = 0.018, 95% CI 0.05 to 0.54). In addition, Maddison 2014 reported statistically significant intervention effects in the general health domain of the 36‐Item Short Form Health Survey at 24 weeks (mean difference 2.1, 95% CI 0.1 to 4.1; P = 0.03), while there were no statistically significant differences in other HRQOL domains. Varnfield 2014 reported a statistically significant improvement between groups in HRQOL measured using the EQ‐5D index at six weeks' follow‐up (adjusted MD ‐0.08, 95% CI ‐0.14 to ‐0.02, P = 0.01), however this improvement was not maintained at six months' follow‐up. Reid 2012 reported that the differences between groups over time at six and 12 months' follow‐up in HRQOL domains were not statistically significant.

Effects of interventions on lifestyle changes

Diet

Five trials assessed dietary outcomes (Devi 2014; Lear 2014; Lindsay 2009; Southard 2003; Varnfield 2014), and findings were inconclusive. Southard 2003 used MEDFICTS, a measure of fat and cholesterol intake, and reported no statistically significant changes at six months' follow‐up. Devi 2014 measured diet using the DINE (Dietary Instrument for Nutrition Education) and reported no statistically significant dietary effects at both six weeks' and six months' follow‐up. Varnfield 2014 assessed diet using Dietary Habits Questionnaire; this study did not report six months' follow‐up data, and at six weeks reported no statistically significant differences between groups in fat intake (P = 0.4), fibre intake (P = 0.7), sodium (P = 0.4), or alcohol (P = 0.6). Lear 2014 reported no significant group differences over time in carbohydrate (P = 0.224) and fat (P = 0.451) intake, but reported statistically significant intervention effects in protein (P = 0.044) and saturated fat (P = 0.018) intake. Lindsay 2009 also demonstrated a positive finding. This study measured the frequency of unhealthy foods eaten using variables from the Health Survey for England and reported that after six months of using the intervention, the experimental group ate unhealthy foods less often compared to the control group (P = 0.014); this change was not sustained at nine months' follow‐up (P = 0.517).

Physical activity

Eight trials assessed physical activity effects. Six studies used self report measures (Antypas 2014; Lear 2014; Lindsay 2009; Maddison 2014; Southard 2003; Zutz 2007), one used an objective measure (Devi 2014), and one used both an objective and a self report measure (Reid 2012).

Of the studies using self report measures, two used the International Physical Activity Questionnaire (IPAQ) (Antypas 2014; Maddison 2014), two used the Minnesota Leisure Time Physical Activity Questionnaire (Lear 2014; Zutz 2007), and two used unstandardised measures (Lindsay 2009; Southard 2003). In both Southard 2003 and Lindsay 2009, there were no significant physical activity effects.

Even though Maddison 2014 and Antypas 2014 both used the IPAQ, we could not combine the data, as Maddison 2014 reported means and standard deviations, and Antypas 2014 reported median and interquartile range values. Maddison 2014 reported a statistically significant increase in self reported leisure time physical activity (mean difference 110.2 min/week, 95% CI ‐0.8 to 221.3; P = 0.05) and walking (mean difference 151.4 min/week, 95% CI 27.6 to 275.2; P = 0.02) at 24 weeks in favour of the intervention group, which represents increases of 40% and 42%, respectively. Maddison 2014 reported no statistically significant differences for the other activity domains (total activity, active transport, domestic/gardening, and reduced sitting time). Antypas 2014 reported that at three months' follow‐up the intervention group had a significantly higher IPAQ score than the control group, P = 0.02, and higher levels of walking than the control group (P value not reported). There were no significant differences between groups in moderate and vigorous activity or time spent sitting at a one and three months' follow‐up (Antypas 2014).

Although Lear 2014 and Zutz 2007 both used the Minnesota Leisure Time Physical Activity Questionnaire, we were unable to combine their findings as Zutz 2007 reported mean values, and Lear 2014 reported median values. Zutz 2007 reported no statistically significant differences between groups (P value not reported). Similarly, Lear 2014 reported that the group differences over time in leisure time physical activity were not statistically significant (P = 0.191).

Two of the included studies used an objective measure to evaluate physical activity. Devi 2014 used an accelerometer to measure a range of outcomes, and reported statistically significant improvements in daily step count (intervention group n = 35, control group n = 40, P = 0.016, 95% CI 263 to 2451), energy expenditure (intervention group n = 35, control group n = 40, P = 0.01, 95% CI 43.93 to 309.98), duration of sedentary activity (intervention group n = 35, control group n = 40, P = 0.012, 95% CI ‐55.01 to ‐7.01), and duration of moderate activity (intervention group n = 35, control group n = 40, P = 0.014, 95% CI 6.01 to 51.20) at six weeks' follow‐up. There were no statistically significant effects at a six months' follow‐up (Devi 2014). Reid 2012 used both an objective (pedometer) and a self reported measure (a modified version of the Godin Leisure‐Time Exercise Questionnaire); however this study did not collect pedometer data at baseline, and only collected data at the six‐ and 12‐month follow‐ups. This study reported that the difference between groups over time in pedometer‐measured activity (P = 0.656) and self reported moderate and vigorous physical activity levels (P = 0.782) was not significant.

Effects of interventions on compliance with medication

No studies have yet measured the impact of web‐based interventions on compliance with medication.

Effects of interventions on healthcare utilisation and cost

Two studies collected data on healthcare utilisation. One study reported that at six months' follow‐up there were no differences between study groups in healthcare utilisation (P = 0.757), and at nine months' follow‐up the intervention group had statistically significantly higher levels of health visits than the control group (P = 0.044) (Lindsay 2009). The other study reported no statistically significant differences between groups in emergency room visits (P = 0.349) (Lear 2014).

Two studies reported on intervention cost‐effectiveness. Maddison 2014 collected information on the cost of implementing and delivering the intervention and described the intervention as likely to be cost‐effective in increasing metabolic equivalent (MET) hours (walking and leisure activity) per week, and for improving HRQOL. Southard 2003 also reported cost‐effectiveness data, and described the estimated cost of the intervention as USD 453 per participant. Based on the medical cost associated with the cardiovascular events that occurred in both study groups (USD 104,684 and USD 31,110 in the control and intervention group, respectively), there was a gross cost savings of USD 1418 per person, and the net cost savings was USD 965 per person. These figures project an estimated return of 213% on the investment.

Adverse intervention effects

An adverse intervention effect was reported in 1 trial. Lindsay 2009 reported statistically significant higher levels of health visits to a GP, nurse, specialist or other health provider in the intervention group at a 9 month follow up, compared to the control group (P = 0.044) (Lindsay 2009).

Interventions including non‐Internet‐based components versus Internet‐only interventions

The Internet‐based interventions tested in Antypas 2014 and Frederix 2015 were provided to patients after they had completed traditional CR. Antypas 2014 aimed to enhance the maintenance of PA, and Frederix 2015 aimed to improve patients' physical fitness. In relation to the outcomes of interest in this review, Antypas 2014 reported the effects on physical activity, and Frederix 2015 reported the effects on clinical outcomes and cardiovasular risk factors. Due to heterogeneity in reported outcomes between both of these studies we were unable to do any meaningful comparisons of these with Internet‐only interventions at this stage. This will be further examined in an update of this review when more evidence has accrued.

Discusión

available in

Con la prevalencia creciente de la cardiopatía y las presiones económicas para producir soluciones intensivas con bajos recursos / ahorro en los costos, las intervenciones proporcionadas por Internet tienen la posibilidad de tener una repercusión alta. Las intervenciones con Internet no están restringidas por el tiempo o la ubicación geográfica, y una mayor proporción de pacientes jubilados mayores de 65 utilizan Internet (Dutton 2013), lo que refleja a la población típica con cardiopatía coronaria.

Resumen de los resultados principales

Se identificaron 11 ensayos completados con los datos disponibles. En cuanto a los resultados de los estudios, siete estudios midieron resultados clínicos, ocho evaluaron factores de riesgo cardiovascular, cinco midieron la CdVRS, cinco midieron la repercusión sobre la dieta y ocho evaluaron la actividad física. Seis de los ocho estudios que midieron la actividad física dependieron de medidas autoinformadas, que podrían haber sido afectadas por la conveniencia social o el recuerdo deficiente. Hubo heterogeneidad entre los estudios, lo que impidió el agrupamiento estadístico de algunos resultados. Pocos estudios contribuyeron a cada análisis y no se observaron efectos generales en los eventos clínicos, aunque el seguimiento fue relativamente corto. En cuanto a los resultados de los factores de riesgo cardiovascular, no hubo efectos estadísticamente significativos sobre el colesterol total, el colesterol HDL y los triglicéridos. No fue posible agrupar los resultados de los estudios que midieron el colesterol LDL. De los cuatro ensayos que midieron el colesterol LDL, uno informó efectos favorables de la intervención (Vernooij 2012). Cinco estudios midieron la CdVRS y tres estudios encontraron pruebas de mejorías (Devi 2014; Maddison 2014; Varnfield 2014), que demostraron efectos positivos a las seis semanas, en Devi 2014 y Varnfield 2014, y a los seis meses, en Devi 2014 y Maddison 2014. En cuanto a la dieta, un ensayo encontró un efecto a los seis meses que no se mantuvo a un seguimiento más largo (Lindsay 2009), y otro ensayo demostró efectos en la ingesta de proteínas y grasas saturadas (Lear 2014). Hubo algunas pruebas para indicar que las intervenciones basadas en Internet tienen efectos positivos sobre la actividad física. Ocho estudios midieron los efectos de la actividad física, de los cuales tres informaron mejorías. Maddison 2014 informó que al seguimiento a los seis meses mejoró la actividad física y la caminata en el tiempo libre autoinformadas, Antypas 2014 informó una mejor puntuación en el IPAQ y la caminata al seguimiento a los tres meses y Devi 2014 informó mejoría en la marcha, el gasto de energía, la duración de la actividad sedentaria y la duración de la actividad moderada al seguimiento a las seis semanas. Todavía no se han realizado estudios para medir los efectos de las intervenciones basadas en la Web en el cumplimiento con la medicación. Dos estudios midieron la utilización de la atención sanitaria (Lear 2014; Lindsay 2009). Un estudio informó niveles más altos de visitas a la atención sanitaria en el grupo de intervención en comparación con el grupo control al seguimiento a los nueve meses (Lindsay 2009), el otro estudio informó que no hubo diferencias entre los grupos en las visitas a la sala de urgencias (Lear 2014). Dos estudios midieron la relación entre costo y efectividad de la intervención e informaron resultados positivos a favor de la intervención (Maddison 2014; Southard 2003). Se detectó un efecto adverso de la intervención que consistió en niveles más altos de visitas a la atención sanitaria a los nueve meses de seguimiento en comparación con un grupo control (Lindsay 2009).

Compleción y aplicabilidad general de las pruebas

Esta es un área de investigación relativamente nueva, el primer ensayo se publicó en 2003 (Southard 2003) y luego en 2007 (Zutz 2007). Se estudiaron diversas intervenciones, siete fueron amplias, dirigidas al tratamiento general de los factores de riesgo coronarios, y cuatro de centraron en estimular la actividad física. La duración del seguimiento y las características de los participantes variaron entre los ensayos. Tres ensayos tuvieron un seguimiento a largo plazo de 12 meses, Lear 2014, Reid 2012 y Vernooij 2012, seis ensayos tuvieron un seguimiento a plazo medio de seis meses, Devi 2014, Maddison 2014, Reid 2012, Southard 2003 y Varnfield 2014, y de nueve meses Lindsay 2009 y tres ensayos tuvieron seguimientos a corto plazo de tres meses, Antypas 2014 y Zutz 2007 y 4,5 meses, Frederix 2015. Los tipos de participantes variaron en los estudios. Tres ensayos reclutaron a participantes con una manifestación relativamente reciente de cardiopatía. Maddison 2014 reclutó participantes que en los últimos tres a 12 meses habían tenido un diagnóstico de cardiopatía isquémica; en el estudio Reid 2012, alrededor de la mitad (64,6%) de la muestra tenía su primer evento cardíaco; y en el estudio Varnfield 2014, todos los participantes fueron pacientes que habían presentado un infarto de miocardio. Un estudio reclutó una población con angina en la atención primaria (Devi 2014). Dos estudios reclutaron poblaciones mixtas con cardiopatía coronaria (Southard 2003; Vernooij 2012). Frederix 2015 reclutó una población que había presentado una intervención coronaria percutánea y una revascularización arterial coronaria y, de manera similar, Lear 2014 reclutó pacientes hospitalizados con cardiopatía por síndrome coronario agudo o revascularización. Zutz 2007 reclutó una mezcla de pacientes con infarto de miocardio, intervención coronaria percutánea, revascularización arterial coronaria y diabetes mellitus, Antypas 2014 y Lindsay 2009 no proporcionaron detalles específicos del diagnóstico de cardiopatía coronaria.

No se encontraron ensayos que combinaran la intervención con Internet con un componente de intervención presencial. En diez de 11 ensayos los participantes se iniciaron en la intervención mediante una consulta presencial, y un ensayo no describió cómo se iniciaron en la intervención los participantes (Southard 2003). No se encontraron ensayos que reclutaran a los participantes en línea, por lo que todavía se desconoce la factibilidad del reclutamiento a través de Internet.

Los estudios se realizaron en una variedad amplia de países, por lo que difirió la estructura de la atención sanitaria, y limitó la capacidad de establecer conclusiones generalizables. En su mayoría los participantes fueron hombres, con medias de edad en diez estudios que variaron de 54,9 a 66,27 años y los estudios que aportaron detalles sobre el grupo étnico informaron que en su mayoría los participantes fueron blancos, Devi 2014 y Southard 2003, o europeos de Nueva Zelanda (Maddison 2014). Lo anterior nuevamente limita el grado en que estos resultados se pueden generalizar ampliamente. Algunos estudios aportaron detalles sobre el estado civil de los participantes (Lear 2014; Southard 2003), el nivel educacional (Antypas 2014; Lear 2014; Reid 2012; Southard 2003), los ingresos (Lear 2014; Lindsay 2009; Southard 2003),y empleo (Devi 2014; Southard 2003). Los estudios futuros deben recopilar más datos demográficos de los participantes que permitan establecer conclusiones con respecto a la aplicabilidad de las pruebas a poblaciones más amplias en las actualizaciones futuras de esta revisión.

Debido al acceso sin restricción a Internet, en los ensayos de intervención basada en la Web un desafío que aún persiste es la dificultad para determinar la contribución de un programa específico basado en la Web. Los usuarios de la intervención pueden utilizar sitios web múltiples para buscar información relacionada con la enfermedad y, por lo tanto, los participantes bien pueden utilizar la intervención concebida conjuntamente con otros sitios. De manera similar, el grupo control también puede utilizar Internet para buscar información relacionada con la enfermedad.

Las intervenciones evaluadas variaron. Siete intervenciones se proporcionaron a través de Internet solamente y en cuatro ensayos la intervención se proporcionó por Internet y por la tecnología de teléfono móvil. Con el aumento del uso de los teléfonos inteligentes y las tablets, es probable que las intervenciones futuras basadas en la Web se utilizarán mediante una combinación de diferentes tecnologías, como a través de computadoras, teléfonos inteligentes y tablets. También es posible que las intervenciones futuras se puedan incorporar y capitalizar con el aumento de las redes social.

En cuanto al compromiso del participante con las intervenciones, cinco ensayos informaron la frecuencia de conexión de los participantes. Para una intervención de seis meses, tres meses y seis semanas, los números promedios de conexiones semanales fueron dos (Southard 2003), 4,2 (Zutz 2007) y tres (Devi 2014), respectivamente. El estudio Vernooij 2012 informó una mediana de 56 conexiones durante una intervención de 12 meses y el estudio Lear 2014 informó un rango de cero a más de ocho conexiones por semana en una intervención de cuatro meses. Es posible que con intervenciones con una duración más larga haya una reducción en el compromiso del participante. Se requieren más ensayos que evalúen el compromiso del usuario para poder establecer conclusiones firmes.

Calidad de la evidencia

Todos los estudios incluidos en esta revisión fueron ensayos controlados aleatorios, y la calidad de las pruebas se evaluó mediante el enfoque GRADE para la síntesis de las pruebas. Las pruebas de los resultados analizados fueron en general de calidad baja debido a la falta de cegamiento, la incertidumbre alrededor de la magnitud del efecto y las pérdidas durante el seguimiento (Resumen de los hallazgos para la comparación principal; Resumen de los hallazgos 2). La mayoría de los estudios aportó detalles acerca de la generación de la secuencia aleatoria y la ocultación apropiada de la asignación. No fue posible valorar la calidad del método de asignación al azar utilizado en tres estudios (Frederix 2015; Lindsay 2009; Zutz 2007), porque no proporcionaron estos detalles. Además, cuatro ensayos no describieron el método utilizado para ocultar la asignación a los tratamientos (Lindsay 2009; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007). Diez estudios no cegaron a los participantes a los grupos de estudio; se consideró que fue probable que esta decisión causara sesgo en siete estudios (Devi 2014; Lindsay 2009; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Varnfield 2014; Zutz 2007). El evaluador de resultados se cegó en cinco ensayos (Antypas 2014; Lear 2014; Maddison 2014; Southard 2003; Vernooij 2012), de los cuales uno se consideró con alto riesgo de sesgo de detección debido al cegamiento inadecuado (Southard 2003). En los seis ensayos en los que el evaluador de resultado no se cegó, se consideró que cinco tuvieron alto riesgo de sesgo que puede haber influido en los resultados (Devi 2014; Lindsay 2009; Reid 2012; Varnfield 2014; Zutz 2007). También se valoró la probabilidad de sesgo de desgaste. Se consideró que dos estudios tenían alto riesgo de sesgo de desgaste debido a las altas tasas de desgaste, sin proporcionar los motivos para los datos faltantes (Antypas 2014), y porque fue probable que el desgaste estuviera relacionado con la medida de resultado primaria del ensayo (Varnfield 2014). Por el contrario, se consideró que ocho estudios tenían bajo riesgo de sesgo de desgaste (Devi 2014; Frederix 2015; Lear 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Southard 2003; Vernooij 2012; Zutz 2007). No fue posible evaluar el sesgo de desgaste en un ensayo debido a una discrepancia detectada en los resultados publicados (Lindsay 2009). En cuanto al sesgo de informe, se consideró que cinco estudios tenían alto riesgo, ya que no se habían informado todas las medidas esbozadas en el protocolo del estudio (Devi 2014; Maddison 2014; Reid 2012; Varnfield 2014; Vernooij 2012), aunque Devi 2014, Maddison 2014, Reid 2012 y Vernooij 2012 informaron sus medidas de resultado primarias. Antypas 2014 y Lear 2014 tuvieron bajo riesgo de sesgo de informe porque todos los resultados preespecificados esbozados en el protocolo se describieron al redactar el ensayo. No fue posible valorar el riesgo en Frederix 2015, Lindsay 2009, Southard 2003 y Zutz 2007 porque los protocolos de los ensayos no estaban disponibles.

Sesgos potenciales en el proceso de revisión

La búsqueda de esta revisión fue extensa e incluyó varias bases de datos diferentes, y todos los procesos de revisión se realizaron por duplicado para disminuir el sesgo. Aunque se buscaron datos no publicados, no fue posible encontrar ningún ensayo controlado aleatorio no publicado que cumpliera los criterios de inclusión, por lo que la revisión solamente contiene datos publicados. Las intervenciones dirigidas a la prevención secundaria de la cardiopatía suelen ser multicomponente y complejas y debido a la naturaleza de los factores de riesgo cardíacos incluyen el cambio en el estilo de vida. Cuando los participantes hacen cambios en el estilo de vida se incluyen diversos aspectos cognitivos y psicológicos, y su naturaleza compleja significa que hay un gran número de resultados primarios y secundarios dentro de los ensayos que son de interés. Sin embargo, solamente se informaron los resultados preespecificados, como se describe en el protocolo.

Los grupos de comparación difirieron entre los ensayos y consistieron en atención habitual (n = 6), intervención mínima (n = 3) o rehabilitación cardíaca tradicional (n = 2). Se planificó, de ser posible, examinar la intensidad de las medidas de prevención secundarias en el grupo de comparación, comparada con la del grupo experimental. Sin embargo, el número de estudios con datos utilizables para los metanálisis no fue suficiente para explorarla formalmente en análisis de subgrupos. Los revisores pretenden estudiar formalmente la intensidad del grupo de comparación en un análisis de subgrupos en una actualización de esta revisión cuando se hayan acumulado más pruebas.

El protocolo de esta revisión se elaboró en un momento en el que la tecnología de los teléfonos inteligentes no se utilizaba de manera tan amplia como se utiliza actualmente, por lo que la atención primaria de los revisores se centró en las intervenciones administradas mediante los sitios web de Internet. En la búsqueda se encontró que los ensayos realizados más recientemente administraron intervenciones que combinaron la tecnología de los teléfonos inteligentes y los sitios de Internet. Lo anterior muestra que estas intervenciones están en evolución, y en las actualizaciones futuras de esta revisión se pretende distinguir entre el nivel de las contribuciones de los teléfonos inteligentes y los sitios de Internet en el diseño de las intervenciones.

Las conclusiones que fue posible establecer de esta revisión actualmente son limitadas debido al número pequeño de estudios incluidos y a la heterogeneidad entre los estudios en cuanto a las características de las intervenciones y los participantes y la duración del seguimiento. Se necesitan más ensayos con seguimientos más largos para poder determinar los efectos de las intervenciones sobre los eventos clínicos y si los efectos sobre los resultados intermedios se mantienen después del final del período de intervención.

Acuerdos y desacuerdos con otros estudios o revisiones

Una revisión anterior realizada por Munro 2013 examinó la repercusión de los enfoques basados en Internet para los pacientes con respecto a la rehabilitación cardíaca. Dicha revisión incluyó nueve ensayos controlados aleatorios y estudios de cohortes e informó resultados positivos de la intervención en los resultados clínicos y la actividad física. Debido a la heterogeneidad entre los estudios, los autores señalaron que sus resultados se deben interpretar con cuidado. Widmer 2015 evaluó el efecto beneficioso de las intervenciones sanitarias digitales sobre los resultados de la enfermedad cardiovascular y no informó mejorías significativas en el peso, la presión arterial sistólica, los niveles de los triglicéridos, el colesterol total o el colesterol de lipoproteínas de baja densidad en las poblaciones de prevención secundaria. La presente revisión informa resultados similares a los de Widmer 2015.

Study flow diagram.
Figures and Tables -
Figure 1

Study flow diagram.

Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies.
Figures and Tables -
Figure 2

Risk of bias graph: review authors' judgements about each risk of bias item presented as percentages across all included studies.

Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study.
Figures and Tables -
Figure 3

Risk of bias summary: review authors' judgements about each risk of bias item for each included study.

Forest plot of comparison: 1 Cardio events, outcome: 1.1 Revascularisation.
Figures and Tables -
Figure 4

Forest plot of comparison: 1 Cardio events, outcome: 1.1 Revascularisation.

Forest plot of comparison: 2 Total cholesterol, outcome: 2.1 Total Cholesterol.
Figures and Tables -
Figure 5

Forest plot of comparison: 2 Total cholesterol, outcome: 2.1 Total Cholesterol.

Forest plot of comparison: 3 HDL cholesterol, outcome: 3.1 HDL Cholesterol.
Figures and Tables -
Figure 6

Forest plot of comparison: 3 HDL cholesterol, outcome: 3.1 HDL Cholesterol.

Forest plot of comparison: 4 LDL cholesterol, outcome: 4.1 LDL Cholesterol.
Figures and Tables -
Figure 7

Forest plot of comparison: 4 LDL cholesterol, outcome: 4.1 LDL Cholesterol.

Forest plot of comparison: 5 Triglycerides, outcome: 5.1 Triglycerides.
Figures and Tables -
Figure 8

Forest plot of comparison: 5 Triglycerides, outcome: 5.1 Triglycerides.

Forest plot of comparison: 6 Systolic blood pressure, outcome: 6.1 Systolic Blood Pressure.
Figures and Tables -
Figure 9

Forest plot of comparison: 6 Systolic blood pressure, outcome: 6.1 Systolic Blood Pressure.

Forest plot of comparison: 7 Diastolic blood pressure, outcome: 7.1 Diastolic Blood Pressure.
Figures and Tables -
Figure 10

Forest plot of comparison: 7 Diastolic blood pressure, outcome: 7.1 Diastolic Blood Pressure.

Comparison 1 Clinical outcomes, Outcome 1 Total Mortality.
Figures and Tables -
Analysis 1.1

Comparison 1 Clinical outcomes, Outcome 1 Total Mortality.

Comparison 1 Clinical outcomes, Outcome 2 Revascularisation.
Figures and Tables -
Analysis 1.2

Comparison 1 Clinical outcomes, Outcome 2 Revascularisation.

Comparison 2 Total cholesterol, Outcome 1 Total Cholesterol.
Figures and Tables -
Analysis 2.1

Comparison 2 Total cholesterol, Outcome 1 Total Cholesterol.

Comparison 3 HDL cholesterol, Outcome 1 HDL Cholesterol.
Figures and Tables -
Analysis 3.1

Comparison 3 HDL cholesterol, Outcome 1 HDL Cholesterol.

Comparison 4 LDL cholesterol, Outcome 1 LDL Cholesterol.
Figures and Tables -
Analysis 4.1

Comparison 4 LDL cholesterol, Outcome 1 LDL Cholesterol.

Comparison 5 Triglycerides, Outcome 1 Triglycerides.
Figures and Tables -
Analysis 5.1

Comparison 5 Triglycerides, Outcome 1 Triglycerides.

Comparison 6 Systolic blood pressure, Outcome 1 Systolic Blood Pressure.
Figures and Tables -
Analysis 6.1

Comparison 6 Systolic blood pressure, Outcome 1 Systolic Blood Pressure.

Comparison 7 Diastolic blood pressure, Outcome 1 Diastolic Blood Pressure.
Figures and Tables -
Analysis 7.1

Comparison 7 Diastolic blood pressure, Outcome 1 Diastolic Blood Pressure.

Summary of findings for the main comparison. Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease

Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease: clinical outcomes

Patient or population: patients with coronary heart disease
Settings: healthcare settings
Intervention: Internet‐based interventions
Comparison: usual care or no care

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of Participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Usual care or no care

Internet‐based interventions

Total mortality

Study population

OR 0.27
(0.04 to 1.63)

895
(6 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

9 per 1000

2 per 1000
(0 to 15)

Moderate risk population

3 per 1000

1 per 1000
(0 to 5)

Revascularisation

Study population

OR 0.69
(0.37 to 1.27)

895
(6 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1,2

58 per 1000

41 per 1000
(22 to 73)

Moderate risk population

18 per 1000

12 per 1000
(7 to 23)

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: Confidence interval; OR: Odds ratio

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1Maddison 2014, Reid 2012, Zutz 2007 ‐ outcomes may have been influenced by lack of blinding.
2Confidence interval crosses line of no effect (uncertainty around the magnitude of effect).

Figures and Tables -
Summary of findings for the main comparison. Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease
Summary of findings 2. Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease

Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease: cardiovascular risk factors

Patient or population: patients with coronary heart disease
Settings: healthcare settings
Intervention: Internet‐based interventions
Comparison: usual care or no care

Outcomes

Illustrative comparative risks* (95% CI)

Relative effect
(95% CI)

No of Participants
(studies)

Quality of the evidence
(GRADE)

Comments

Assumed risk

Corresponding risk

Usual care or no care

Internet‐based interventions

Total cholesterol

The mean total cholesterol in the intervention groups was
0 higher
(0.27 lower to 0.28 higher)

439
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

LDL cholesterol

See comment

See comment

Not pooled

437
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

High levels increase risk, while low levels reduce risk. Data not pooled due to unexplained considerable (I2 = 77%) heterogeneity

HDL cholesterol

The mean HDL cholesterol in the intervention groups was
0.01 higher
(0.06 lower to 0.07 higher)

437
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

High levels reduce risk, while low levels increase risk

Triglycerides

The mean triglycerides in the intervention groups was
0.01 higher
(0.17 lower to 0.19 higher)

439
(4 studies)

⊕⊕⊝⊝
low1

High levels increase risk, while low levels reduce risk

Systolic blood pressure

See comment

See comment

Not pooled

623
(5 studies)

⊕⊕⊝⊝
low2

Systolic blood pressure measured in 5 studies. Data not pooled due to unexplained substantial (I2 = 63%) heterogeneity

Diastolic blood pressure

See comment

See comment

Not pooled

622
(5 studies)

⊕⊕⊝⊝
low2

Diastolic blood pressure measured in 5 studies. Data not pooled due to unexplained substantial (I2 = 58%) heterogeneity

*The basis for the assumed risk (e.g. the median control group risk across studies) is provided in footnotes. The corresponding risk (and its 95% confidence interval) is based on the assumed risk in the comparison group and the relative effect of the intervention (and its 95% CI).
CI: Confidence interval;HDL: High‐density lipoprotein
; LDL: Low‐density lipoprotein

GRADE Working Group grades of evidence
High quality: Further research is very unlikely to change our confidence in the estimate of effect.
Moderate quality: Further research is likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and may change the estimate.
Low quality: Further research is very likely to have an important impact on our confidence in the estimate of effect and is likely to change the estimate.
Very low quality: We are very uncertain about the estimate.

1Zutz 2007 ‐ outcomes may have been influenced by lack of blinding; Varnfield 2014 ‐ loss to follow‐up > 20% in both experimental arms.
2Devi 2014, Zutz 2007 ‐ outcomes may have been influenced by lack of blinding; Varnfield 2014 ‐ loss to follow‐up > 20% in both experimental arms.

Figures and Tables -
Summary of findings 2. Internet‐based interventions compared to usual care or no care for prevention of coronary heart disease
Comparison 1. Clinical outcomes

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Total Mortality Show forest plot

6

895

Odds Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.27 [0.04, 1.63]

2 Revascularisation Show forest plot

6

895

Odds Ratio (M‐H, Fixed, 95% CI)

0.69 [0.37, 1.27]

Figures and Tables -
Comparison 1. Clinical outcomes
Comparison 2. Total cholesterol

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Total Cholesterol Show forest plot

4

439

Mean Difference (IV, Random, 95% CI)

0.00 [‐0.27, 0.28]

Figures and Tables -
Comparison 2. Total cholesterol
Comparison 3. HDL cholesterol

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 HDL Cholesterol Show forest plot

4

437

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

0.01 [‐0.06, 0.07]

Figures and Tables -
Comparison 3. HDL cholesterol
Comparison 4. LDL cholesterol

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 LDL Cholesterol Show forest plot

4

Mean Difference (IV, Random, 95% CI)

Totals not selected

Figures and Tables -
Comparison 4. LDL cholesterol
Comparison 5. Triglycerides

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Triglycerides Show forest plot

4

439

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

0.01 [‐0.17, 0.19]

Figures and Tables -
Comparison 5. Triglycerides
Comparison 6. Systolic blood pressure

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Systolic Blood Pressure Show forest plot

5

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

Figures and Tables -
Comparison 6. Systolic blood pressure
Comparison 7. Diastolic blood pressure

Outcome or subgroup title

No. of studies

No. of participants

Statistical method

Effect size

1 Diastolic Blood Pressure Show forest plot

5

Mean Difference (IV, Fixed, 95% CI)

Totals not selected

Figures and Tables -
Comparison 7. Diastolic blood pressure